La teoría de la disuasión, como estrategia importante en las relaciones internacionales, alcanzó su máximo nivel de influencia durante la Guerra Fría, especialmente con el foco puesto en el uso de armas nucleares. Sin embargo, el problema central de esta teoría es cómo hacer amenazas creíbles a los oponentes sin dañar los propios intereses. Desde una definición simple, la disuasión puede verse como una forma de disuadir a otros actores de tomar acción mediante amenazas explícitas o implícitas. Todavía vale la pena explorar esta visión en las relaciones internacionales actuales.
El éxito de la disuasión se basa a menudo en la creencia del atacante potencial de que la probabilidad de éxito de sus acciones es baja y el coste es alto.
Según las teorías existentes, la disuasión puede dividirse en disuasión general y disuasión inmediata. La disuasión general tiene como objetivo impedir que actores potenciales cometan violaciones transmitiéndoles amenazas, mientras que la disuasión inmediata se dirige a los actores que están considerando una acción militar inmediata. A partir de estos diferentes tipos, podemos ver claramente que si bien la disuasión no requiere una superioridad militar absoluta, debe contar con métodos de comunicación claros e integridad.
El éxito de una estrategia de disuasión depende de la capacidad de defender una nación y responder con rapidez y eficacia ante un ataque.
La complejidad de la política internacional contemporánea plantea muchos desafíos a las estrategias de disuasión. En primer lugar, los atacantes pueden subestimar o sobreestimar las capacidades del defensor, y este error de juicio a menudo conduce a una escalada del conflicto. En segundo lugar, diversos factores de la comunidad internacional (como los económicos, políticos y militares) afectarán la eficacia de la disuasión. En este contexto, una estrategia de disuasión eficaz debe basarse en la confianza, la reputación y diversas alianzas internacionales.
En conflictos pasados, el comportamiento pasado de un país a menudo afecta su reputación internacional y, por tanto, su efecto disuasorio futuro.
Los expertos y académicos generalmente creen que una estrategia de disuasión razonable no consiste sólo en demostrar fuerza militar, sino también en utilizar la complejidad de la diplomacia internacional para transmitir información. Especialmente cuando se enfrentan amenazas no tradicionales, la cooperación y el compromiso entre países adquieren especial importancia. Es ampliamente reconocido en la comunidad científica que el desarrollo teórico de la disuasión se remonta a más de 2.000 años y su influencia nunca ha disminuido.
Además, el "principio de proporcionalidad" y el "principio de recompensa" también son esenciales para el efecto disuasorio. El primero requiere que las demandas del defensor coincidan con los únicos medios disponibles, mientras que el segundo enfatiza que los incentivos del defensor deben ser lo suficientemente grandes como para hacer que el atacante considere el valor de la cooperación. Los académicos Jentleson y otros señalaron que la disuasión no sólo debe considerar medios militares, sino también utilizar con flexibilidad medios diplomáticos para responder a diferentes situaciones internacionales.
El éxito de la teoría de la disuasión reside en su capacidad de enfatizar claramente las consecuencias de las acciones, transmitiendo así las firmes intenciones del defensor a los potenciales atacantes.
Sin embargo, el verdadero desafío de la estrategia de disuasión radica en cómo comunicarse eficazmente en el escenario internacional. La confianza entre países suele construirse sobre la base de experiencias pasadas. Si un país muestra signos de vacilación en crisis pasadas, su poder disuasorio futuro se verá muy reducido. Por el contrario, una actitud estable y decidida impulsará a los actores de amenazas potenciales a reconsiderar los costos y beneficios de sus acciones.
La situación internacional actual puede parecer más pacífica a primera vista, pero hay muchos conflictos potenciales acechando bajo la superficie. A medida que las naciones emergentes surgen, uno debe preguntarse: ¿Cómo este nuevo equilibrio de poder global creará nuevos desafíos de disuasión? ¿Volverá a aumentar las condiciones favorables a la disuasión o hará que la estrategia de disuasión se enfrente a mayores desafíos? ¿Hacia dónde se desarrollarán las relaciones internacionales en el futuro?