El comportamiento agresivo es un comportamiento oposicionista o agresivo hacia algo o alguien. Si bien este comportamiento a menudo tiene como objetivo causar daño, para algunas personas esta emoción también puede conducir a salidas creativas y prácticas. El comportamiento agresivo en los seres humanos puede tener su origen en diversos factores desencadenantes, como cuando es impulsado por la frustración acumulada por objetivos incumplidos o por la emoción de sentirse irrespetado.
El comportamiento agresivo no son sólo amenazas físicas o verbales; incluye una variedad de comportamientos destinados a dañar las relaciones sociales.
Según las definiciones comunes en las ciencias sociales y del comportamiento, la agresión es un comportamiento o respuesta destinada a infligir algo desagradable a otra persona. Estos comportamientos agresivos pueden dividirse en ataques directos e indirectos. La agresión directa se manifiesta al causar daño físico o verbal a otros, mientras que la agresión indirecta tiene como objetivo perturbar las relaciones sociales de un individuo o grupo.
Según la teoría de Dollard et al., la agresión surge de la frustración, que puede definirse como cualquier emoción que interfiere en el logro de un objetivo gratificante. Esta teoría fue posteriormente mejorada por Berkowitz, quien propuso que no es la frustración en sí la que desencadena el comportamiento agresivo, sino las emociones negativas que surgen de ella.
Todos los acontecimientos desagradables conducen a emociones negativas, que a su vez desencadenan tendencias agresivas y temerosas.
Estas conductas emocionalmente agresivas suelen ser respuestas espontáneas a estímulos ambientales externos. Los estudios han demostrado que las conductas agresivas pueden desencadenarse por factores como el dolor, la novedad y la frustración. Este tipo de comportamiento a menudo se intensifica en situaciones sociales y puede exacerbar los conflictos.
La agresión puede tomar muchas formas y puede expresarse física, verbal o no verbalmente. Esto incluye la agresión defensiva, la agresión territorial, la agresión maternal y muchas otras formas. La agresión humana también puede subdividirse en instrumental controlada (dirigida a un objetivo) y reactiva-impulsiva, esta última generalmente resulta en un comportamiento incontrolado e inapropiado.
La conducta agresiva no sólo está motivada por las emociones, sino que también está estrechamente relacionada con las características del entorno social.
El contexto cultural y social también tiene un impacto significativo en la expresión del comportamiento agresivo. Por ejemplo, en los deportes competitivos, ciertas formas de agresión pueden considerarse aceptables o incluso admiradas. En otros contextos sociales, podría ser condenado.
Según las investigaciones, el comportamiento agresivo está asociado con una variedad de problemas de adaptación y condiciones psicológicas, como el trastorno de personalidad antisocial y el trastorno límite de la personalidad. La perspectiva biológica ve la agresión como un impulso interno, mientras que la perspectiva psicológica la ve como una respuesta a la frustración o como resultado del aprendizaje social.
Al examinar el comportamiento agresivo, es importante no ignorar la conexión entre la ira, el miedo y la curiosidad. Muchos investigadores han sugerido que la conducta agresiva puede ser vista como una forma de intentar reducir la inconsistencia entre las expectativas y la realidad. Cuando la inconsistencia es demasiado grande, a menudo conduce a reacciones emocionales adversas y luego desencadena la conducta agresiva.
Perspectiva evolutiva sobre la agresiónEste comportamiento también está ampliamente presente en el reino animal, satisfaciendo las necesidades de supervivencia y reproducción.
Desde una perspectiva evolutiva, el comportamiento agresivo puede contribuir a la supervivencia de una especie en determinadas circunstancias y servir como estrategia para la competencia interindividual por recursos y oportunidades de apareamiento. Las investigaciones muestran que, si bien las especies persisten con comportamientos agresivos, estos a menudo se resuelven mediante la intimidación o la adopción de posturas.
Género y agresiónEl género juega un papel importante en el estudio del comportamiento agresivo. En términos generales, los hombres tienden a mostrar niveles más altos de agresión física, mientras que las mujeres son más propensas a recurrir a la agresión indirecta. Estas diferencias se deben en gran medida a la competencia biológica de género y a la influencia de los roles sociales.
Las últimas investigaciones muestran que las diferencias de género en la primera infancia aparecen alrededor de los dos años de edad y se hacen más pronunciadas a medida que los niños crecen. Este cambio puede estar relacionado con el desarrollo del lenguaje y las habilidades sociales.
Esto puede hacernos preguntarnos si la inducción de la ira realmente fortalecerá el comportamiento agresivo de las personas.