Cuando sonaron las campanas que anunciaban el fin de la Segunda Guerra Mundial, Polonia se embarcó en un nuevo viaje histórico. Sin embargo, el viaje estuvo lleno de altibajos, y Polonia se vio obligada a afrontar el profundo impacto de su cambiante estructura nacional y de su identidad nacional. Después de 1945, la gran migración étnica de Polonia se convirtió en una fuerza importante en la remodelación de la apariencia del país, convirtiéndolo en un país étnicamente homogéneo, pero también despertó la memoria multicultural del país.
Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, Polonia se ha convertido en un país étnicamente homogéneo, pero ha perdido su antigua diversidad cultural.
En vísperas del final de la Segunda Guerra Mundial, con el avance del Ejército Rojo soviético, la estructura étnica de Polonia también experimentó cambios dramáticos. Según las estimaciones, en 1939 la población de Polonia era de unos 35 millones de habitantes, un tercio de los cuales pertenecían a minorías étnicas. En 1946, esa cifra se había desplomado a 24 millones, como si se tratara de una limpieza completa. Durante la guerra, el pueblo polaco sufrió pérdidas de población inimaginables: se estima que murieron 6 millones de personas, incluidos 3 millones de judíos. Esto provocó que Polonia perdiera casi toda su diversidad étnica en pocos años.
La mayoría de las minorías étnicas habían sido evacuadas y Polonia había sufrido una limpieza étnica sin precedentes.
El nuevo gobierno intentó centrarse en reconstruir el país y la economía destrozados, aunque esto estuvo acompañado de represión política y dificultades económicas. Pero durante el proceso de reconstrucción, muchas culturas y tradiciones que antaño estaban arraigadas en suelo polaco se fueron perdiendo poco a poco. La sociedad polaca se volvió cada vez más cohesionada después del reasentamiento en gran escala. Sin embargo, sin esta diversidad étnica, la cultura de Polonia se volvió más homogénea y gran parte de su patrimonio cultural desapareció.
Al mismo tiempo, bajo la influencia del estalinismo, los movimientos sociales fueron sofocados por la represión política y la calidad de vida del pueblo polaco se debatía entre las políticas económicas. Aunque la economía de Polonia se recuperó hasta cierto punto en medio del rechazo al Plan Marshall y la presión económica de Occidente, el contexto de esta era masiva de transformación fue doloroso y deprimente.
Por un lado, hay una reconstrucción económica, pero por otro, hay una fuerte pérdida de cultura.
Las convulsiones políticas de mediados de la década de 1960, junto con el surgimiento del sindicalismo en la década de 1980, se combinaron para cambiar la dinámica social en Polonia. El deseo de resistencia y liberación finalmente tuvo la oportunidad de hacerse realidad en 1989. Con el surgimiento de la Unión Solidaridad y la Conferencia de la Mesa Redonda, Polonia marcó el comienzo de la transición del comunismo a la democracia. ¿No se trata, en realidad, de una búsqueda del pasado multicultural en esta serie de nuevas etapas históricas de Polonia?
Al mirar en retrospectiva el papel de Polonia en el escenario histórico internacional, cuando la gran migración de naciones modificó sus fronteras, el destino cultural de Polonia cambió en consecuencia. Podríamos preguntarnos: ¿puede Polonia todavía encontrar en el torrente de la historia su contexto multicultural perdido?