La encefalitis es una inflamación del cerebro. Hay varios factores que afectan la causa y el curso de la enfermedad, y puede afectar fuertemente la conciencia y el comportamiento del paciente. En términos generales, la encefalitis puede ser leve o grave, con síntomas que incluyen conciencia reducida o alterada, afasia, dolor de cabeza, fiebre alta, confusión, rigidez en el cuello y vómitos. Algunas complicaciones pueden causar convulsiones, alucinaciones, problemas del habla, problemas de memoria, problemas de audición y más. Las causas de la encefalitis incluyen virus, como el virus del herpes simple y el virus de la rabia, así como bacterias, hongos o parásitos. Además, las enfermedades autoinmunes y ciertos medicamentos pueden ser la causa y, en muchos casos, la causa sigue siendo desconocida.
En 2015, la encefalitis afectó a aproximadamente 4,3 millones de personas en todo el mundo, lo que provocó 150.000 muertes.
Cuando la encefalitis ocurre en adultos, generalmente es un inicio agudo con fiebre alta, dolor de cabeza, confusión y, a veces, convulsiones. Los niños pequeños o los bebés pueden presentar irritabilidad, pérdida de apetito y fiebre alta. El examen neurológico generalmente revela una condición letárgica o confusa, y la rigidez del cuello debido a la irritación meníngea sugiere la posibilidad de meningitis o meningoencefalitis.
La encefalitis límbica se refiere a una enfermedad inflamatoria limitada al sistema límbico del cerebro. Las manifestaciones clínicas suelen incluir desorientación, pérdida de inhibición, pérdida de memoria, convulsiones y anomalías del comportamiento. Las imágenes de resonancia magnética muestran una alta intensidad de señal en T2 en las estructuras del lóbulo temporal medial y, a veces, también se ven afectadas otras estructuras límbicas.
Las características identificativas de la encefalitis letárgica incluyen fiebre alta, dolor de cabeza, reacciones corporales tardías y somnolencia. Las personas pueden experimentar debilidad en la parte superior del cuerpo, dolor muscular y temblores, aunque actualmente se desconoce la causa específica de la encefalitis letárgica. Entre 1917 y 1928 se produjo una epidemia mundial de encefalitis letárgica.
Se desconoce la causa de aproximadamente el 30% al 40% de los casos de encefalitis. La infección viral es la causa más común de encefalitis infecciosa, que puede ser consecuencia directa de una infección aguda o secuela de una infección latente. Se desconoce la causa de la mayoría de las encefalitis virales, pero una causa identificable suele ser una infección por el virus del herpes simple. Otras causas de encefalitis viral aguda incluyen el virus de la rabia, el poliovirus y el virus del sarampión.
Varias causas virales posibles incluyen el virus del Nilo Occidental, el virus de La Crosse, el virus de la corioencefalitis linfocítica y otros.
La encefalitis bacteriana puede ser causada por una infección bacteriana, como la meningitis bacteriana, o puede ser una complicación de otra enfermedad infecciosa, como la sífilis. Otros patógenos, como el micoplasma y las bacterias que causan la enfermedad por rickettsia, también pueden causar meningitis y, posteriormente, encefalitis.
Ciertas infecciones parasitarias o protozoarias, como Toxoplasma gondii y malaria, también pueden causar encefalitis en personas con sistemas inmunitarios debilitados. Algunas formas raras pero a menudo mortales de encefalitis, como la meningoencefalitis amebiana primaria y la encefalitis amebiana granular, son causadas por amebas de vida libre.
Los posibles síntomas de la encefalitis autoinmune incluyen trastornos psicomotores, psicosis, movimientos anormales y disautonomía. La encefalitis anti-receptor de N-metil-D-aspartato y la encefalitis de Rasmussen son ejemplos de encefalitis autoinmune. La encefalitis anti-receptor NMDA es la forma más común de enfermedad autoinmune y se asocia con teratomas ováricos en el 58% de las mujeres de 18 a 45 años.
Para el diagnóstico de encefalitis, se requiere que el paciente muestre disminución o alteración de la conciencia, letargo o cambios de personalidad durante al menos 24 horas sin otras razones explicables. La encefalitis generalmente se diagnostica mediante una variedad de pruebas, que incluyen escáneres cerebrales (MRI), electroencefalogramas (EEG) y análisis del líquido cefalorraquídeo.
Algunos tipos de encefalitis se pueden prevenir con vacunas, especialmente las causadas por virus. Además, el tratamiento suele centrarse en fármacos antivirales, antiepilépticos y corticosteroides, normalmente en el ámbito hospitalario. En algunos casos, los pacientes pueden necesitar respiración artificial. Cuando se controla el problema agudo, puede ser necesaria la rehabilitación.
El pronóstico de la encefalitis depende de una variedad de factores, incluidos el edema cerebral, el estado epiléptico y la trombocitopenia, entre otros factores de mal pronóstico. En el diagnóstico precoz, un EEG normal predice una mayor tasa de supervivencia.
En los países occidentales, la nueva tasa de incidencia de encefalitis aguda es de aproximadamente 7,4 casos por cada 100.000 personas al año. En los países tropicales, la cifra es de 6,34 casos por 100.000 personas. De 2005 a 2015, los casos notificados de encefalitis en los Estados Unidos se mantuvieron aproximadamente estables, con aproximadamente 250 000 casos por año.
A medida que los seres humanos profundizan gradualmente en su comprensión de las causas de la encefalitis, ¿ha pensado también en cómo prevenir más eficazmente estas inflamaciones cerebrales mortales?