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La misteriosa causa de la ceguera nocturna: ¿Por qué no podemos ver en la oscuridad?
La ceguera nocturna, también conocida como discapacidad de la visión nocturna, es una afección en la que es difícil o imposible ver con una luz relativamente débil. Esta afección puede ser causada por una variedad de enfermedades oculares. La ceguera nocturna puede estar presente desde el nacimiento o puede ser causada por una lesión o desnutrición (como la falta de vitamina A). La condición puede describirse como una inadaptación a ambientes oscuros, lo que hace que el paciente enfrente desafíos durante las horas del crepúsculo.
La causa más común de ceguera nocturna es la retinitis pigmentosa, una enfermedad genética en la que los bastones de una persona pierden gradualmente su capacidad de responder a la luz.
La retina está ubicada en la parte posterior del ojo y es responsable de las células que detectan la luz. Los bastones funcionan para ayudarnos a ver en entornos con poca luz y, cuando estas células se dañan, puede producirse ceguera nocturna. Esta condición puede empeorar con el tiempo y eventualmente causar que la visión diurna también se vea afectada.
Además de las causas del desarrollo, la ceguera nocturna también puede ser causada por una deficiencia de vitamina A, un nutriente importante que se encuentra en el aceite de pescado, el hígado y los productos lácteos. La falta de vitamina A puede provocar trastornos de adaptación visual, afectando la visión nocturna o en ambientes oscuros.
Los ojos sanos dependen de la liberación de un pigmento visual especial llamado rodopsina, la proteína responsable de permitirnos ver en la oscuridad.
Cuando la luz entra en el ojo y toca la rodopsina, pasa por una serie de cambios que finalmente producen una señal eléctrica que se transmite por el nervio óptico al cerebro. Sin embargo, en ausencia de luz, la rodopsina necesita tiempo para regenerarse. Por lo tanto, cuando las personas con ceguera nocturna pasan de un entorno luminoso a uno oscuro, el tiempo necesario para que sus ojos se adapten será significativamente mayor.
Otras posibles causas de ceguera nocturna incluyen cataratas, glaucoma y ciertos medicamentos (como las feniltiazidas). Para algunas personas, esto puede deberse a diferentes afecciones de la retina, como desprendimiento de retina y retinopatía. Independientemente de la causa, los pacientes pueden experimentar una pérdida extrema de la visión.
Desde una perspectiva histórica, el antiguo médico romano Aulo Cornelio Celso ya había descrito la ceguera nocturna alrededor del año 30 d.C. y recomendaba mejorarla mediante la dieta, haciendo especial hincapié en el hígado como excelente fuente de vitamina A.
"A excepción de una especie de debilidad del ojo, las personas pueden ver razonablemente bien durante el día, pero son totalmente ciegas por la noche."
El desorden también fue documentado durante la Guerra Civil estadounidense, especialmente en los estados confederados. En ese momento, muchas personas se mostraron escépticas acerca de la enfermedad, pensando que podría ser una condición falsa o exagerada. En este caso, muchos soldados informaron ceguera nocturna y síntomas físicos de escorbuto.
No sólo en los humanos, la ceguera nocturna también se da en los animales. En el caso de los caballos, la ceguera nocturna estacionaria congénita asociada con patrones de manchas es una enfermedad ocular en los caballos que afecta la visión en ambientes con poca luz. La enfermedad está relacionada con variaciones genéticas en los caballos y está estrechamente relacionada con sus patrones de color.
A través de investigaciones genéticas, se descubrió que el gen TRPM1, que está relacionado con la ceguera nocturna, puede afectar las reacciones químicas básicas de la visión animal y la transmisión de impulsos nerviosos. Esto demuestra que la ceguera nocturna no es sólo un problema de salud humana, sino que también abarca el mantenimiento de la salud de los animales.
En definitiva, la ceguera nocturna, como síntoma que afecta a la visión, nos hace reflexionar sobre la estrecha conexión entre la salud física y los hábitos de vida. Ante esta misteriosa situación, no podemos evitar preguntarnos: quizás en la sociedad moderna, ¿cómo podemos prestar más atención a la salud ocular y a la ingesta dietética de vitamina A?
