La dermatitis alérgica de contacto (ACD) es un tipo de dermatitis causada por el contacto con alérgenos. Los síntomas de este tipo de dermatitis son similares a los de la dermatitis de contacto irritante, lo que dificulta el diagnóstico. Según diversas encuestas, la dermatitis alérgica de contacto es una de las manifestaciones más comunes de inmunotoxicidad humana, aunque su incidencia es menor que la dermatitis de contacto irritante. Debido a su naturaleza alérgica, la patogénesis de esta dermatitis es compleja, implica muchos niveles sutiles de control y se centra en la interacción entre citocinas inmunorreguladoras y subconjuntos específicos de linfocitos T.
El primer signo de dermatitis alérgica de contacto es una erupción o lesiones cutáneas en la piel después de la exposición al alérgeno. Dependiendo de la sustancia que causa la alergia, la erupción puede supurar, supurar o formar costras, o puede volverse cruda, escamosa o espesa. Es importante tener en cuenta que estas lesiones cutáneas en ocasiones pueden no presentarse en forma de erupción y pueden incluir otras manifestaciones como eritema, ampollas o pústulas.
La dermatitis alérgica de contacto generalmente ocurre dentro de las 24 a 48 horas posteriores a la exposición al alérgeno. Los síntomas incluyen picazón, enrojecimiento e hinchazón localizada. Si se ignora, la piel puede volverse oscura, coriácea o agrietada.
Los alérgenos en la dermatitis alérgica de contacto incluyen una variedad de sustancias comunes, como:
Estas sustancias suelen aparecer en artículos de primera necesidad, incluidos cosméticos, ropa, joyas, etc., lo que supone un riesgo de exposición generalizada.
La aparición de la dermatitis alérgica de contacto pasa por dos etapas clave: la etapa de inducción y la etapa de iniciación. Durante la fase de inducción, después de que el cuerpo se expone al alérgeno, el sistema inmunológico lo procesa y lo presenta en preparación para una reacción alérgica. En la etapa desencadenante, cuando se exponen nuevamente al mismo alérgeno, las células T pueden reconocer directamente el alérgeno y generar una respuesta inmune en el sitio de contacto.
Esta reacción está dominada por células T mediadas directamente y pertenece a la reacción de hipersensibilidad de tipo IV. Este proceso está controlado por una variedad de citocinas y factores químicos.
El diagnóstico de la dermatitis alérgica de contacto se basa principalmente en el examen clínico y el historial médico. En algunos casos, un médico puede hacer el diagnóstico correcto basándose en los síntomas y la apariencia de la erupción. Para erupciones crónicas o intermitentes, es posible que se requieran pruebas adicionales, como una prueba de parche. Esta prueba implica aplicar una pequeña cantidad de un alérgeno potencial a la piel y observar una reacción cutánea después de un cierto período de tiempo.
La forma más eficaz de aliviar los síntomas de la dermatitis es evitar la exposición a los alérgenos. El primer paso en el tratamiento es identificar cuidadosamente la sustancia que causa el problema y, si es necesario, administrar corticosteroides. Normalmente, los casos graves se tratan con corticosteroides sistémicos.
La incidencia de la dermatitis alérgica de contacto es bastante alta y afecta hasta al 20% de la población. Para las personas que ya son sensibles a un alérgeno, también aumenta el riesgo de sensibilidad a otras sustancias. Además, los estudios han encontrado que las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de desarrollar dermatitis alérgica de contacto.
Aunque el diagnóstico y el tratamiento de la dermatitis alérgica de contacto han madurado gradualmente, ¿por qué todavía se diagnostica a tantos pacientes?