Los anticoagulantes, también conocidos como anticoagulantes, son sustancias químicas que se utilizan para prevenir o reducir la coagulación sanguínea. Estas sustancias actúan prolongando el tiempo de coagulación y evitando que se formen coágulos de sangre. Muchos anticoagulantes también se producen naturalmente en el veneno de serpiente y la saliva de mosquito, y estos organismos usan anticoagulantes para evitar que la sangre que alimentan se coagule en el cuerpo, consolidando así su ventaja de supervivencia.
"Existen muchos usos y tipos de anticoagulantes, no sólo limitados a medicamentos, sino que también se utilizan ampliamente en equipos médicos."
Los anticoagulantes son una clase de fármacos que se utilizan principalmente para tratar enfermedades trombóticas. En el tratamiento médico, los anticoagulantes orales (ACO) se utilizan ampliamente, mientras que diversos anticoagulantes intravenosos se utilizan principalmente en entornos hospitalarios. Por ejemplo, la warfarina se aprobó por primera vez como rodenticida y luego se usó para tratar la coagulación sanguínea. Los anticoagulantes se pueden dividir en muchos tipos, incluidas la warfarina y la heparina tradicionales, y los anticoagulantes orales directos (ACOD) de nueva generación, como el dabigatrán y el rivaroxabán.
El uso de anticoagulantes se basa en una evaluación de riesgos versus beneficios. Aunque la terapia anticoagulante es eficaz para prevenir la trombosis, su mayor riesgo es una mayor probabilidad de hemorragia. En términos generales, el riesgo de hemorragia en personas sanas que utilizan anticoagulantes es bajo, pero en algunas circunstancias especiales, como una cirugía reciente o un aneurisma cerebral, es necesario utilizarlos con precaución.
"El beneficio de la terapia anticoagulación es prevenir o reducir la progresión de las enfermedades trombóticas."
Los expertos en salud recomiendan que los anticoagulantes pueden reducir significativamente la posibilidad de que se formen coágulos sanguíneos peligrosos en pacientes diagnosticados con fibrilación auricular, trombosis venosa profunda, enfermedades cardíacas y otras afecciones. El uso decisivo de anticoagulantes a menudo requiere múltiples evaluaciones de riesgos, que a menudo implican varias herramientas predictivas no invasivas, como HAS-BLED, ATRIA y CHA2DS2-VASc, para evaluar el beneficio general del paciente al iniciar la terapia anticoagulante.
Un efecto secundario común de los anticoagulantes es el sangrado, ya sea menor o grave. El riesgo de sangrado varía según el tipo de anticoagulante, la edad del paciente y las condiciones de salud preexistentes. Por ejemplo, se estima que la incidencia de hemorragias con warfarina es de entre el 15% y el 20% por año, mientras que las hemorragias potencialmente mortales son del 1% y el 3%.
"Los nuevos anticoagulantes orales que no dependen de la vitamina K parecen tener menos episodios hemorrágicos potencialmente mortales que la warfarina."
El riesgo de hemorragia es mayor en pacientes mayores o con insuficiencia renal. El estudio encontró que los pacientes con cáncer tratados con warfarina también mostraban un aumento relativamente alto en el riesgo de sufrir hemorragias graves. Por lo tanto, sigue siendo importante vigilar los efectos secundarios no hemorrágicos, como la necrosis cutánea.
El uso de anticoagulantes puede verse afectado por la dieta. Ciertos alimentos y suplementos nutricionales, como el ajo, el jengibre y el té verde, pueden tener efectos anticoagulantes. Sin embargo, ciertos alimentos pueden favorecer la coagulación, como la alfalfa, el aguacate y las verduras de hoja verde oscura. Los pacientes deben tener cuidado con el consumo excesivo y mantener una dieta estable para garantizar la eficacia de los anticoagulantes.
En la actualidad existen muchos tipos de anticoagulantes, incluidos los tradicionales warfarina, heparina y los anticoagulantes orales directos desarrollados más recientemente. Los mecanismos de acción de estos anticoagulantes difieren: la mayoría de los anticoagulantes tradicionales tardan más en volverse efectivos, mientras que los anticoagulantes más nuevos muestran una acción más rápida y relativamente menos efectos secundarios.
“La introducción de anticoagulantes orales directos ha mejorado el cumplimiento de la terapia anticoagulante por parte de los pacientes.”
Los pacientes que toman anticoagulantes deben ser especialmente conscientes del riesgo de hemorragia cuando se someten a un tratamiento dental y se deben tomar las precauciones adecuadas para reducir la posibilidad de hemorragia durante y después de la cirugía. Por lo tanto, para cirugías con alto riesgo de sangrado, los expertos médicos suelen recomendar que los pacientes ajusten la dosis de anticoagulantes antes del tratamiento para reducir el riesgo de sangrado.
Con la profundización de la investigación, los agentes de reversión de anticoagulantes reciben cada vez más atención, especialmente en situaciones de emergencia en las que se producen hemorragias importantes. Aunque los agentes de reversión de la warfarina se han desarrollado relativamente bien, la investigación sobre los anticoagulantes orales directos (ACOD) aún está en curso. Los nuevos agentes de reversión, como idarucizumab y andexanet alfa, han mostrado efectos clínicos prometedores.
Para aquellos pacientes que requieren terapia anticoagulante a largo plazo, cómo sopesar los beneficios de la terapia anticoagulante frente al posible riesgo de hemorragia es un desafío constante. ¿Deberíamos diseñar una estrategia de anticoagulación más refinada y personalizada para cada paciente de forma individual?