La terapia con partículas es una forma de radioterapia externa que utiliza neutrones, protones o iones positivos más pesados de alta energía para tratar el cáncer. En comparación con los rayos X (haces de fotones) utilizados en el pasado, los haces de partículas presentan una característica especial de pérdida de energía llamada pico de Bragg. Esto permite que la dosis de radiación se concentre cerca del tumor, minimizando el daño al tejido sano circundante.
En la radioterapia tradicional, la distribución de la dosis de radiación no puede coincidir con precisión con la forma del tumor, mientras que la terapia con partículas puede alinearse con precisión con la forma del tumor con sus características únicas de deposición de energía.
La terapia con partículas funciona dirigiéndose con precisión al tumor con partículas de iones de alta energía. Estas partículas dañan el ADN de las células de los tejidos y, en última instancia, provocan su muerte. Las células tumorales son particularmente vulnerables a este daño debido a su baja capacidad para reparar el ADN.
Durante el proceso de penetración de las partículas, la dosis primero aumenta, luego alcanza el pico de Bragg y luego disminuye rápidamente. Esta característica minimiza la exposición a la radiación del tejido sano circundante.
La terapia de protones es una forma de terapia con partículas que utiliza principalmente haces de protones para irradiar tejidos enfermos, especialmente cáncer. La principal ventaja de la terapia de protones es que la dosis se deposita en un rango de profundidad estrecho, lo que prácticamente no produce una dosis de radiación incidente o dispersa significativa en el tejido sano.
Las altas tasas de dosis de los haces de protones han permitido avances significativos en la radioterapia, y las propiedades específicas del pico de Bragg pueden mejorar aún más los efectos del tratamiento.
La terapia con iones de carbono, que utiliza partículas más pesadas que los protones o neutrones para administrar radiación, desempeña un papel cada vez más importante en el tratamiento del cáncer. La potencia biológica relativa de los iones de carbono aumenta con la profundidad, proporcionando un poderoso ataque contra los tumores.
Hasta 2017, más de 15.000 pacientes en todo el mundo han recibido terapia con iones de carbono, y Japón es sin duda el líder mundial en la consolidación de la aplicación clínica de esta tecnología.
Desde la perspectiva de la biología de la radiación, la terapia con iones pesados tiene ventajas obvias en el tratamiento del cáncer. Los iones de carbono exhiben una mayor potencia biológica en relación con los protones, lo que provoca roturas de la doble hebra del ADN en lo profundo de los tumores, lo que dificulta la reparación de las células tumorales y aumenta así la tasa de éxito del tratamiento.
Aunque la terapia con partículas plantea muchos desafíos técnicos, como el impacto del movimiento de la ubicación del tumor en la precisión del tratamiento, las tecnologías avanzadas existentes han comenzado a abordar estos problemas. A través del monitoreo de la ubicación del tumor y la tecnología de irradiación avanzada, los resultados del tratamiento continúan mejorando.
Esto significa que se espera que la precisión y eficacia de la terapia con partículas mejoren aún más en el futuro, allanando el camino para la plena utilización de su potencial terapéutico.
En resumen, la terapia con partículas ofrece nuevas posibilidades para el tratamiento del cáncer debido a su exclusivo efecto pico de Bragg. Además de reducir el daño al tejido sano circundante, esta terapia también ayuda a mejorar la eficacia del tratamiento. Sin embargo, ante el rápido desarrollo de esta tecnología, no podemos evitar preguntarnos: ¿Se convertirá la terapia con partículas en la opción principal para el tratamiento del cáncer en el futuro?