La movilidad social es un término sociológico que describe el movimiento de individuos o familias dentro y entre clases sociales. Este movimiento no sólo se produce entre diferentes niveles de la sociedad, sino que también está influenciado por factores como la educación, los ingresos y el origen social. Con los cambios en la estructura social, por qué algunas personas pueden convertirse en ejemplos de conversión de la pobreza en riqueza se ha convertido en un tema candente hoy en día.
La movilidad social no sólo tiene que ver con el avance económico, sino que también implica un estado multifactorial correspondiente al estatus social.
La movilidad social se puede dividir en movimiento ascendente y descendente. Entre ellos, la movilidad ascendente suele considerarse un modelo de “empezar desde cero”, aunque estos casos son relativamente raros. En la sociedad moderna, debido a la redistribución de las oportunidades educativas y el capital social, algunas personas pueden cambiar su estatus social mediante sus propios esfuerzos. El sueño americano encarna este fenómeno, pero en realidad la movilidad social en Estados Unidos es menor que en otros países de la OCDE.
La educación es una de las principales herramientas para promover la movilidad social, especialmente en casos de entornos familiares pobres, donde la obtención de educación se convierte en la clave para romper las clases sociales.
En economía, la movilidad absoluta se refiere al progreso de una persona en educación, salud, ingresos, etc., en comparación con la generación anterior. La movilidad relativa, por otro lado, compara la movilidad de las personas de la misma categoría. La diferencia entre ambos es que el acceso a la educación puede brindar a los niños de grupos socioeconómicos más bajos la oportunidad de superar a sus padres. Sin embargo, las circunstancias económicas de muchas familias limitan las oportunidades educativas de sus hijos, perpetuando un ciclo arraigado de pobreza.
Según los datos disponibles, el ingreso familiar promedio de los niños de familias de bajos ingresos ha disminuido significativamente en las últimas décadas, mientras que el ingreso familiar promedio de los niños de familias de altos ingresos ha mostrado una tendencia de crecimiento relativamente estable. Esta tendencia de desigualdad ha generado mayores barreras para que los niños de familias de bajos ingresos obtengan una buena educación, lo que conduce a una distribución desigual de los recursos sociales.
La desigualdad en el estatus social exacerba la brecha en los logros y el éxito educativos entre las diferentes clases sociales.
Lo que es aún más preocupante es que la correlación entre la movilidad social y factores como el género y la raza se está volviendo cada vez más evidente. Los estudios muestran que en algunos países la movilidad social de las mujeres es significativamente menor que la de los hombres, lo que está estrechamente relacionado con la falta de oportunidades educativas. De manera similar, en el contexto racial, con frecuencia se atribuye a las dificultades que enfrentan las minorías para ascender socialmente tal vez su origen en desigualdades históricas.
El análisis del capital social y del capital cultural también revela el impacto que estos factores deberían tener en la movilidad social. El capital social enfatiza la importancia de las redes interpersonales, mientras que el capital cultural enfatiza el papel de la educación y las habilidades en la clase social. Numerosos estudios han señalado que las familias que se encuentran en los estratos más bajos de la sociedad se enfrentan a una falta de diversos recursos, lo que limita el desarrollo integral y los logros académicos de sus hijos, contribuyendo aún más a la desigualdad social.
La escasez de capital social y cultural da lugar a altos niveles de supresión de las oportunidades educativas y de vida de los niños de grupos socioeconómicos bajos.
Además, el concepto de vivienda mixta intenta abordar la brecha entre individuos de diferentes estatus socioeconómicos, pero las investigaciones muestran que esto no necesariamente promueve una mayor movilidad social. Por el contrario, la marginación que sufren las familias que viven en clases socioeconómicas más bajas las expone a mayores adversidades sociales, que empeoran a medida que aumenta la disparidad de riqueza.
En resumen, el crecimiento de la movilidad social no sólo está determinado por los esfuerzos individuales, sino que también está profundamente influenciado por la estructura social y las instituciones. En esta compleja intersección, ¿cómo podemos cambiar el status quo y crear oportunidades más igualitarias para todos?