En el mundo del audio digital actual, los formatos de audio con pérdida, como MP3 y AAC, se han convertido en las principales opciones de almacenamiento y transmisión de audio. Estos formatos comprimen eficazmente los datos de audio, lo que permite a los usuarios descargar, transmitir o almacenar fácilmente grandes cantidades de música y podcasts sin ocupar demasiado espacio en su dispositivo. Sin embargo, tal conveniencia proviene del compromiso de la calidad del audio, lo que hace que muchas personas comiencen a pensar: ¿Por qué elegir estos formatos con pérdida en lugar de conservar la calidad original del audio?
La diferencia entre los formatos de codificación de audio radica principalmente en la forma en que se procesan sus datos. Los formatos de audio con pérdida no sólo comprimen sino que también reducen el detalle del audio, lo que significa que parte de la información que es imperceptible para el oído humano no se puede recuperar. Dichos algoritmos se basan en las características de la audición humana, es decir, los desarrolladores deciden qué datos eliminar basándose en modelos psicoacústicos durante la codificación para lograr la máxima compresión.
“En el proceso de codificación de contenido de audio, el procesamiento de datos realizado por el formato con pérdida a menudo se elige en función de nuestra percepción auditiva”.
Desde la década de 1950, la tecnología de codificación de audio ha seguido avanzando. La modulación de código de pulso diferencial (DPCM) desarrollada por Bell Labs fue pionera en la digitalización del audio. Con el tiempo, muchas innovaciones, como el DPCM adaptativo y su posterior tecnología de vocoder, han llevado a mejoras continuas en la calidad y eficiencia de la compresión de audio. En la década de 1980, la aparición del algoritmo de predicción lineal excitada por código (CELP) llevó la relación de compresión de audio a un nivel sin precedentes.
Hoy en día, los formatos de compresión de audio como MP3 y AAC se utilizan ampliamente en las principales plataformas de transmisión de música y descargas digitales debido a su tamaño de archivo relativamente pequeño y su buena calidad de audio. Los usuarios apenas notarán pequeños cambios en la calidad del sonido en su vida diaria y, por tanto, prefieren utilizar estos formatos con pérdida.
"A pesar de la pérdida de calidad del sonido, la conveniencia de poder almacenar fácilmente miles de canciones sin duda hace que muchas personas estén dispuestas a aceptar el compromiso de un formato con pérdida."
Con el avance de la tecnología y los crecientes requisitos de calidad de sonido de las personas, hoy en día muchos usuarios están comenzando a reevaluar su elección de formatos de audio. Aunque los formatos de audio sin pérdidas como FLAC y Apple Lossless son un poco engorrosos en términos de tamaño de archivo, la calidad de sonido de alta fidelidad que proporcionan hace que estos formatos sean cada vez más valorados. En el futuro, vale la pena esperar cómo la tecnología de codificación de audio equilibrará la contradicción entre la calidad del sonido y el tamaño del archivo.
Ya sea por espacio de almacenamiento o para una reproducción conveniente, la conveniencia y los conflictos que generan los formatos de codificación de audio son obvios. Especialmente en una era en la que los medios digitales se han convertido cada vez más en un importante producto de consumo, la elección de formatos con pérdida se ha convertido en una norma popular. Sin embargo, con los cambios en la música popular digital, ¿cómo deberíamos sopesar el equilibrio entre comodidad y calidad del sonido?