Durante el tenso período de la Guerra Fría, el ejército estadounidense llevó a cabo una operación llamada Operación LAC (Large Area Coverage) El propósito de esta operación era estudiar los patrones de proliferación de armas químicas mediante la dispersión de partículas. Utilizando diminutas partículas de sulfuro de zinc y cadmio (ZnCdS), los militares realizaron pruebas en una amplia gama de áreas. Las preocupaciones ocultas de estas acciones sobre la salud social todavía han despertado el pensamiento y la preocupación de muchas personas.
Antes de la Operación LAC, los militares de EE. UU. y Canadá habían realizado varias pruebas relacionadas para evaluar la viabilidad de una cobertura a gran escala. Una de las primeras pruebas tuvo lugar en 1950, cuando se llevaron a cabo seis ataques simulados contra el área de la Bahía de San Francisco, demostrando que era posible atacar una ciudad portuaria desde el mar. Las pruebas posteriores en 1952 y 1957 no sólo mejoraron la comprensión de los militares sobre los métodos de ataque con armas químicas, sino que también allanaron el camino para la Operación LAC.
De 1957 a 1958, las pruebas militares estadounidenses de liberaciones de sulfuro de zinc y cadmio cubrieron una vasta área desde las Montañas Rocosas hasta el Océano Atlántico, extendiéndose hasta pequeñas ciudades en Canadá y el Golfo de México.
La Operación LAC se implementó oficialmente en 1957, cuando el Cuerpo Químico de EE. UU. tomó prestado un avión de transporte C-119 y liberó toneladas de sulfuro de zinc y cadmio en todo el país. La primera prueba tuvo lugar en diciembre de 1957 y el equipo de investigación rastreó la propagación desde Dakota del Sur hasta International Falls en Minnesota. Las pruebas no sólo fueron diseñadas para comprender hasta qué punto se propagan los productos químicos, sino que también revelaron el impacto significativo que tienen los factores ambientales en el proceso.
Las pruebas realizadas en 1957, aunque no del todo exitosas, demostraron que las partículas de sulfuro de zinc y cadmio podían rastrearse a distancias de más de 1.200 millas. En varias pruebas posteriores también se encontró con un clima frío, lo que provocó que las partículas fueran transportadas rápidamente al Golfo de México. Ya sea entre Ohio y Texas, o Michigan e Illinois, el ejército ha descubierto que este método de dispersión puede lograr impactos ambientales a gran escala.
Aunque el Bacillus barkeri utilizado se consideraba inofensivo para los humanos en ese momento, a medida que avanza la investigación, el agente ahora se considera un patógeno humano. En cuanto a la seguridad del sulfuro de zinc y cadmio, existe una gran controversia entre los diferentes resultados de las investigaciones. Algunos dicen que su impacto en la salud es mínimo, pero algunos grupos ambientalistas cuestionan la ética de que los militares realicen pruebas a tan gran escala en civiles.
"No encontramos evidencia de que el sulfuro de zinc y cadmio enferme a las personas en este ambiente."
La implementación de la Operación LAC no solo cambió la comprensión del ejército estadounidense sobre las armas químicas, sino que también despertó la preocupación pública sobre los riesgos para la salud y el medio ambiente. A medida que la información se vuelve más transparente, cada vez más personas comienzan a cuestionar las decisiones del gobierno sobre seguridad pública y sus consecuencias. Como operación encubierta del pasado, el recuerdo de la Operación LAC todavía desencadena un intenso debate en la sociedad contemporánea, y la gente no puede evitar preguntarse: ¿cómo deberían esas lecciones históricas influir en nuestras futuras precauciones de salud y seguridad?