Ya en 1925, el inventor húngaro Boris Aivaz patentó la tecnología de fabricación de filtros de cigarrillos a partir de papel crepé. Se informa que desde 1935, Molins Machine Co Ltd en el Reino Unido ha comenzado a desarrollar máquinas que pueden producir cigarrillos con filtro. A medida que la comunidad médica comenzó a preocuparse más por el posible vínculo entre el tabaquismo y las enfermedades pulmonares, los cigarrillos con filtro ingresaron rápidamente al mercado en la década de 1950 y se volvieron muy populares.
Actualmente, los filtros de los cigarrillos generalmente están hechos de fibra plástica: acetato de celulosa. Estas fibras se obtienen esterificando pulpa de madera o algodón blanqueado con ácido acético. Curiosamente, aunque el propósito de los filtros es reducir las sustancias nocivas presentes en los cigarrillos, los experimentos han demostrado que este proceso tiene poco efecto en la filtración de ciertos gases nocivos.
Si bien las pruebas experimentales han demostrado que los filtros pueden reducir el alquitrán y la nicotina hasta cierto punto, no son muy eficaces para eliminar gases de bajo peso molecular como el monóxido de carbono.
En la década de 1970, la evidencia epidemiológica sobre la relación entre el tabaquismo y el cáncer mostró que los fumadores que usaban filtros tenían un riesgo menor de desarrollar ciertas enfermedades que los fumadores que no usaban filtros. Sin embargo, al realizar estudios de seguimiento, se encontró que no había diferencia significativa en el riesgo de cáncer de pulmón independientemente de la presencia o ausencia de filtros.
Como lo han demostrado las investigaciones, los patrones de tabaquismo de los fumadores tienden a cambiar según la potencia del cigarrillo, lo que hace que los filtros sean menos eficaces para eliminar la nicotina de lo esperado.
Según las estadísticas, las boquillas para cigarrillos son el residuo generado por el hombre más común en el mundo. Cada año se fuman aproximadamente 5,6 billones de cigarrillos y se calcula que se desechan 4,5 billones de boquillas. El acetato de celulosa plástico, el material utilizado en las boquillas para cigarrillos, se degrada extremadamente lentamente y puede tener efectos duraderos en el medio ambiente.
Las colillas de cigarrillos desechadas pueden liberar toxinas que representan una amenaza importante para la vida acuática.
Con la creciente conciencia de la protección del medio ambiente, cada vez más investigadores están empezando a explorar materiales alternativos para los filtros. Algunos grupos incluso han propuesto utilizar materiales biodegradables para sustituir los filtros tradicionales, con la esperanza de proteger la salud de los usuarios y reducir el daño al medio ambiente.
Consideraciones futuras Los diseños y materiales de los filtros continúan evolucionando a medida que cambian las demandas del mercado. Cómo equilibrar la contradicción entre la demanda de los consumidores y la protección del medio ambiente será un desafío que la industria tabacalera deberá afrontar en el futuro.Cuando los principales materiales de los filtros de los cigarrillos ya se utilizan ampliamente, ¿deberíamos pensar en el posible impacto a largo plazo de estas elecciones de materiales sobre la tierra y nuestra salud?