El crecimiento económico se define a menudo como el aumento o la mejora del desempeño de una economía, ajustado por la inflación, a lo largo de un año fiscal. La tasa de crecimiento económico generalmente se calcula como tasa de crecimiento del producto interno bruto (PIB) real, tasa de crecimiento del PIB per cápita real o tasa de crecimiento del ingreso nacional (INB) per cápita. En el análisis económico, "tasa de crecimiento" se utiliza para expresar la tasa de crecimiento anual geométrica del PIB o del PIB per cápita durante un período de tiempo.
El crecimiento económico suele medirse en términos “reales”, es decir, ajustados a la inflación para eliminar los efectos distorsionadores de la inflación sobre los precios de las materias primas.
Las mediciones del crecimiento económico se basan en las cuentas del ingreso nacional y se fundamentan en una serie de factores: productividad laboral, horas trabajadas, participación de la población en edad de trabajar en la fuerza laboral y la proporción de ese grupo en la población total. Los cambios en estos factores juegan un papel importante en la promoción del PIB y el desarrollo económico.
El aumento de la productividad, o la relación entre el valor producido por unidad de trabajo invertido, es generalmente el factor más importante del crecimiento económico real per cápita.
Tomemos como ejemplo a Estados Unidos. Según una estimación del profesor del MIT Robert Solow, el progreso tecnológico representa hasta el 80%, mientras que el crecimiento del capital representa sólo el 20%. A medida que aumenta la productividad, el costo real de los bienes disminuye, promoviendo así el crecimiento económico.
Desde mediados del siglo XIX, el rápido crecimiento económico se ha debido principalmente al uso eficiente de la mano de obra, los medios de producción y la energía, acompañado de la innovación de nuevos productos. Con el avance de la industrialización, los humanos han podido mejorar significativamente la eficiencia de la producción y escapar de la tradicional trampa maltusiana.
Desde el comienzo de la Revolución Industrial, el crecimiento de la productividad ha sido uno de los principales impulsores del crecimiento económico real. Con el avance de la innovación tecnológica y la mecanización, se ha mejorado gradualmente la eficiencia de las fábricas y las líneas de producción y se ha minimizado el uso de mano de obra en el proceso de producción.
Aproximadamente el 60% del gasto de consumo se destinó a bienes y servicios que no existían en 1869, lo que demuestra claramente la importancia del progreso tecnológico.
Otro motor del crecimiento económico es la acumulación de capital. Los aumentos del capital físico, incluidos equipos y edificios, proporcionan la base para aumentar la producción por trabajador. Además, los cambios en la estructura demográfica, como el aumento de la tasa de participación en la fuerza laboral, también afectarán el crecimiento económico.
No se puede ignorar el impacto del capital humano, es decir, las habilidades de la población o fuerza laboral, en el crecimiento económico. Muchos modelos económicos incorporan niveles de capital humano, generalmente medidos por el nivel educativo. Existe una estrecha correlación entre el nivel de educación de un país y su crecimiento económico.
La salud es vista como un recurso importante para que las personas logren el éxito económico, no sólo un estado de estar enfermo o no.
Según la teoría de las capacidades de Amartya Sen y Martha Nussbaum, la salud significa que las personas tienen la oportunidad de realizar su potencial. Al mejorar los sistemas médicos y de salud pública, podemos promover el crecimiento económico, reducir la rotación laboral y aumentar el retorno de la inversión.
El papel de las instituciones políticasLas instituciones políticas también son cruciales para el crecimiento económico. Las buenas instituciones jurídicas y las políticas empresariales apropiadas pueden promover la actividad económica, reducir las barreras de entrada al mercado y estimular la innovación y la inversión.
En diferentes países, la calidad del sistema político afectará directamente la velocidad y la sostenibilidad del desarrollo económico del país.
Por ejemplo, la historia del desarrollo económico del Reino Unido muestra que la mejora de la capacidad del Estado va acompañada de la mejora del sistema jurídico, dando a la gente más libertad y protección económicas. Sin embargo, este modelo no puede replicarse en todas partes debido a las enormes diferencias en las estructuras sociales y económicas entre los países.
En la rápidamente cambiante economía global de hoy, el PIB real se ha convertido en un indicador importante de la colisión y la cooperación económica mundial porque refleja verdaderamente el desempeño y el potencial económico de un país. Este indicador representa no sólo los datos económicos de un país, sino también un microcosmos de las condiciones de vida de todos sus ciudadanos. En el futuro, con los avances tecnológicos y los cambios de políticas, ¿continuará nuestro crecimiento económico o enfrentaremos nuevos desafíos y oportunidades?