El retroceso de los glaciares en todo el mundo desde 1850 se ha convertido en una evidencia importante del cambio climático. La rápida desaparición de los glaciares, especialmente en las zonas montañosas, es una clara señal del aumento de las temperaturas globales desde finales del siglo XIX. Entre ellos, los glaciares de montaña del oeste de América del Norte, los glaciares de Asia, los Alpes de Europa central e incluso los glaciares de las regiones tropicales y subtropicales de América del Sur y África se han convertido en testigos de este cambio. La sensibilidad de la masa glaciar al cambio climático a lo largo del tiempo la convierte en un indicador importante para observar el cambio climático.
Entre 1993 y 2018, la pérdida total de glaciares en todo el mundo alcanzó las 5.500 gigatoneladas, un promedio de 210 gigatoneladas por año.
Excluyendo los glaciares exteriores de las capas de hielo, el 99% del hielo glacial de la Tierra está almacenado en las enormes capas de hielo polares. Estos glaciares se encuentran en cadenas montañosas de todos los continentes, con la excepción de la propia Australia, que no tiene glaciares. Normalmente, los glaciares de más de 50.000 kilómetros cuadrados (19.000 millas cuadradas) se denominan capas de hielo y pueden tener varios kilómetros de espesor, ocultando el terreno subyacente. Si bien el retroceso natural de los glaciares es normal al final de las eras de hielo, el retroceso actual se está acelerando debido a las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre.
Desde la Revolución Industrial, las actividades humanas han incrementado significativamente la concentración de gases de efecto invernadero que difunden calor, como el dióxido de carbono en el aire, provocando el actual fenómeno del calentamiento global. El impacto humano se considera el principal impulsor del cambio en la criosfera, de la cual los glaciares son un componente importante. El balance de masa de un glaciar (la diferencia entre la cantidad de nieve que se condensa en su zona de acumulación y la cantidad de hielo que se pierde en su zona de ablación) es una métrica clave para evaluar su salud.
Si la acumulación es menor que la ablación, el glaciar retrocederá, de lo contrario avanzará.
Las cadenas montañosas de latitudes medias, como el Himalaya, las Montañas Rocosas y los Andes, han experimentado una alta tasa de pérdida de glaciares. A medida que los glaciares se derriten, el impacto sobre las fuentes de agua locales se hace cada vez más evidente, especialmente para los residentes de los Andes y el Himalaya, que enfrentarán una escasez de agua potable y de riego en el futuro.
Además, el retroceso de los glaciares contribuye directamente al aumento del nivel del mar. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el potencial aumento del nivel del mar depende principalmente del derretimiento a gran escala de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida. El derretimiento en estas áreas podría elevar el nivel global del mar en más de 70 metros.
Si los casquetes polares se derriten completamente, el nivel del mar del mundo aumentará unos 70 metros.
Sin embargo, no se puede ignorar que el retroceso de los glaciares también ha tenido un impacto significativo en el entorno ecológico. Muchas especies de peces de agua dulce dependen del agua fría para su supervivencia, y algunas especies, como el salmón y la trucha de cola cortada, necesitan estos entornos de agua fría para reproducirse. A medida que los flujos de agua glacial disminuyen, la supervivencia de estos peces enfrentará grandes desafíos.
Otro impacto observado es un mayor riesgo de inundaciones repentinas de lagos glaciares (GLOF). A medida que los glaciares en retirada forman morrenas terminales inestables, estas pueden colapsar bajo la influencia de terremotos, deslizamientos de tierra o avalanchas, causando peligros de inundaciones localizadas. Históricamente, este desastre ha causado enormes pérdidas de vidas y propiedades, especialmente en pueblos y ciudades ubicados aguas abajo de lagos glaciares, que son los que corren mayor riesgo.
Estudios recientes muestran que los glaciares de Europa están retrocediendo a un ritmo acelerado. Por ejemplo, el glaciar Gross Allech en Suiza perdió 2,8 kilómetros entre 1880 y 2009, y según un informe de 2009 de la Universidad de Zúrich, los glaciares de los Alpes han mostrado un retroceso alarmante en las últimas décadas.
Se espera que dos glaciares de los Alpes desaparezcan por completo a finales del siglo XXI.
En cuanto al estado futuro de los glaciares, los expertos en cambio climático afirman que casi todos los glaciares tienen actualmente un balance de masa negativo. Si el clima no cambia significativamente en las próximas décadas, es probable que los glaciares sigan siendo consumidos. Este fenómeno no sólo afectará a los recursos hídricos locales, sino que también afectará la vida humana.
Ante el rápido retroceso de los glaciares en todo el mundo, ¿cómo podemos responder activamente a los desafíos del cambio climático?