Los avances en el tratamiento de la infertilidad, incluida la fertilización in vitro (FIV), han hecho posible el sueño de ser padres para muchas familias. El cultivo de embriones, como parte integral de esta técnica, implica cultivar los embriones resultantes en un medio de cultivo artificial bajo condiciones específicas para promover su desarrollo. Sin embargo, a menudo se pasa por alto uno de los factores clave del entorno de cultivo, el pH, pero en realidad juega un papel vital en el desarrollo saludable del embrión.
Durante el cultivo de embriones, el pH generalmente debe mantenerse entre 7,2 y 7,5. Cuando el valor del pH no alcanza este rango, puede tener un efecto adverso en la división y el desarrollo del embrión. Para garantizar un valor de pH dentro de este rango, los medios de cultivo de embriones normalmente utilizan un sistema de tampón de dióxido de carbono/bicarbonato y se cultivan a una concentración de dióxido de carbono del 5-7%.El control y la regulación del pH son esenciales para el cultivo de embriones in vitro.
Cabe destacar que varios parámetros del ambiente de cultivo de embriones están estrictamente controlados, incluida la temperatura y las concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono, todo con el fin de simular el ambiente fisiológico materno. Lo ideal sería que estas condiciones fueran similares a las que hay dentro del útero de la madre para favorecer el desarrollo óptimo del embrión.
Durante el desarrollo embrionario, un pH y unas condiciones de cultivo adecuados pueden aumentar significativamente las posibilidades de lograr un embarazo exitoso.
Mientras tanto, los cultivos de embriones se pueden transferir en diferentes etapas, siendo las principales actualmente la etapa de división del embrión (es decir, del día 2 al 4 después de la fertilización) y la etapa de blastocisto (es decir, el día 5 o 6 después de la fertilización). Los estudios han demostrado que el cultivo de embriones hasta la etapa de blastocisto produce tasas de éxito de embarazo significativamente más altas que su transferencia solo en la etapa de división, especialmente después de una selección adicional mediante técnicas de diagnóstico genético para descartar la presencia de defectos cromosómicos o genéticos.
Sin embargo, la tecnología de cultivo de embriones no está exenta de riesgos. Estudios experimentales realizados en animales han demostrado que el proceso de cultivo de embriones puede producir cambios epigenéticos que tienen posibles implicaciones para la salud y el desarrollo futuros.
Actualmente, los científicos están probando nuevos métodos que permiten el cultivo dinámico de embriones, que utiliza los fluidos internos naturales del cuerpo como medio de cultivo y puede reducir aún más el riesgo de un desarrollo embrionario impredecible. Sin embargo, para hacer realidad estas tecnologías innovadoras, sigue siendo fundamental un conocimiento profundo de los sistemas de amortiguación en los medios de cultivo.
Se ha demostrado que el uso de bajas concentraciones de oxígeno, en lugar del 20% de oxígeno que se encuentra en la atmósfera, aumenta las tasas de embarazo exitoso sin aumentar el riesgo de partos múltiples, abortos espontáneos o anomalías congénitas.
En el cultivo de embriones animales, buscamos comprender los mecanismos del desarrollo embrionario. También vemos que en la investigación experimental, los embriones de ratón se utilizan a menudo como sujetos de investigación cultural. Los medios de cultivo utilizados en dichos estudios incluyen medio optimizado simplificado de potasio (KSOM) y líquido tubárico humano (HTF), que también requieren un control preciso del pH para garantizar un buen entorno de desarrollo.
En última instancia, el control y la optimización del pH es una cuestión urgente que debe abordarse en el cultivo embrionario, tanto en humanos como en especies no humanas. A medida que la tecnología se desarrolle, habrá más investigaciones en el futuro sobre cómo controlar mejor el entorno de cultivo de embriones. Mientras nos esforzamos por mejorar la tasa de éxito del trasplante de embriones, también debemos considerar cómo reducir los riesgos potenciales.
En este caso, ¿hemos reconocido y valorado plenamente el profundo impacto de estos factores en la salud embrionaria?