La autopolinización es un mecanismo único que muchas plantas utilizan para reproducirse. A diferencia de la polinización cruzada, el proceso mediante el cual el polen se transfiere de una planta a otra, la autopolinización permite que las plantas se reproduzcan sin insectos u otros polinizadores. Este método de reproducción no sólo es una estrategia para la supervivencia de las plantas, sino también un medio importante para que se adapten a los cambios ambientales.
Según las investigaciones, aproximadamente el 80% de las plantas con flores tienen flores hermafroditas, lo que hace posible la autopolinización.
Existen dos tipos principales de autopolinización: la autogamia y la geitonogamia. En la autopolinización, el polen se transfiere directamente al pistilo de la misma flor, mientras que en la polinización cruzada, el polen se transfiere de diferentes flores de la misma planta. Algunas plantas tienen mecanismos para asegurar la autopolinización, como flores que no se abren (inflorescencias policárpicas) o estambres que tocan automáticamente el pistilo.
Pros y contras de la autopolinización VentajasLa principal ventaja de la autopolinización es que permite a las plantas reproducirse incluso en entornos donde los polinizadores son escasos. Esto es especialmente importante para las plantas que viven en regiones como las altas montañas o el Ártico. En estas zonas, los insectos son extremadamente escasos y las plantas sólo pueden sobrevivir confiando en sus propios mecanismos de polinización. La autopolinización también puede garantizar la continuidad de genes excelentes y mantener la estabilidad de las especies.
Sin embargo, la desventaja de la autopolinización es la reducción de la variación intraespecífica, lo que hace que las plantas sean menos adaptables cuando se enfrentan a cambios ambientales o enfermedades. Esto puede provocar una reducción del crecimiento y problemas de salud, ya que los parientes cercanos pueden estimular la expresión de genes recesivos, lo que causa defectos genéticos.
Aunque la autopolinización permite a las plantas sobrevivir a corto plazo, su adaptabilidad a largo plazo es cuestionable y muchas plantas han desarrollado mecanismos para evitar la autopolinización.
En la naturaleza, aproximadamente el 42% de las plantas con flores exhiben un sistema de polinización mixto, lo que significa que la misma planta puede experimentar tanto autopolinización como polinización cruzada. Este patrón híbrido proporciona mayor variación genética manteniendo la estabilidad de la autopolinización.
Muchas plantas son capaces de polinizarse a sí mismas, como algunas orquídeas, girasoles y malas hierbas. Tomando un tipo de orquídea como ejemplo, la orquídea de hojas de roble tiene un mecanismo de autopolinización especial, y la polinización puede lograrse rápidamente cuando el polen entra en contacto con el pistilo. Estos rasgos muestran la adaptabilidad de una planta a su entorno, especialmente cuando los polinizadores son escasos.
Por ejemplo, la estructura de la flor de la planta de tomate ha evolucionado para facilitar su autopolinización, en lugar de depender de polinizadores externos.
A pesar de los muchos beneficios de la autopolinización, su adaptabilidad a largo plazo continúa preocupando a los científicos. Quizás podamos pensar en cómo controlar el equilibrio entre la fluctuación genética y la estabilidad en el estado óptimo, que es una dirección importante de la evolución de las plantas.
Será una pregunta que valdrá la pena prestar atención a si las plantas que se reproducen por autopolinización tendrán más variabilidad y adaptabilidad en el futuro.