En economía y en la toma de decisiones empresariales, un costo hundido (también llamado costo retroactivo) es un costo que ya se ha incurrido y no se puede recuperar. Los costos hundidos contrastan con los costos futuros, que son costos futuros que pueden evitarse si se toma una acción. En el proceso de elección del futuro, los costos hundidos a menudo se convierten en un factor que las personas no pueden ignorar y que afecta la toma de decisiones racional. Aunque los economistas enfatizan que los costos hundidos son irrelevantes para las decisiones racionales futuras, en la vida cotidiana las personas a menudo se ven influenciadas por los gastos pasados. Por ejemplo, en el caso de reparaciones de automóviles o mantenimiento del hogar, las inversiones previas a menudo dificultan la toma de decisiones más racionales.
"La gente a menudo sigue invirtiendo sin dudarlo debido a sus esfuerzos pasados, e incluso sufre pérdidas mayores".
Según la economía tradicional, sólo los costos futuros son relevantes para la toma de decisiones, y los errores pasados deben considerarse como algo del pasado. Por eso, cuando se estima que una nueva planta costará 100 millones de dólares y luego el valor neto previsto se reduce a 65 millones, la empresa debería abandonar el proyecto en lugar de gastar otros 70 millones para completarlo. Por otro lado, si la previsión baja a 75 millones, la decisión racional sería continuar con el proyecto. Este principio se denomina “principio del pasado” o “principio marginal” y puede considerarse parte de la teoría económica.
"Las obsesiones pasadas a menudo impiden a las personas tomar decisiones más racionales".
Aunque los principios del pasado existían en teoría, la situación real era muy diferente. La falacia del costo hundido hace que las personas continúen invirtiendo sin estar dispuestas a rendirse cuando se enfrentan a una inversión fallida. Este comportamiento se describe como "tirar dinero mejor en un mal negocio" y negarse a afrontar "stop lost". Por ejemplo, muchas personas deciden permanecer en una relación poco saludable porque creen que han invertido demasiado tiempo y dinero. Esto no se limita a las emociones personales, sino que también incluye los conflictos entre países. Mucha gente creía que la guerra debía terminar o las vidas perdidas en el pasado habrían sido en vano.
Factores psicológicos que afectan los costos hundidos"La falacia del costo hundido tiene sus raíces en las profundidades de la emoción humana y no es fácil de superar".
Los estudios han demostrado que el efecto del costo hundido está relacionado con varios factores psicológicos: el efecto de encuadre, el sesgo de optimismo excesivo, la responsabilidad personal y la falta de voluntad para dejar que otros vean el desperdicio. Cada uno de estos factores puede influir significativamente en la toma de decisiones de una persona. Por ejemplo, cuando una elección se presenta como una pérdida, los individuos parecen ser más cautelosos en su respuesta, y esto es particularmente evidente cuando el costo es grande.
“Las personas se dejan influenciar naturalmente por las emociones al tomar decisiones, lo que hace que las decisiones de costos hundidos sean más difíciles”.
Otro fenómeno relacionado con los costos hundidos es el sesgo de continuidad del plan, que expresa que cuando las personas enfrentan una situación cambiante, todavía se aferran a sus planes y no están dispuestas a revisarlos. Esto es particularmente común en los campos de la aviación y la navegación, donde muchos accidentes ocurren en gran medida debido a la terquedad de los pilotos o capitanes, lo que finalmente conduce a la tragedia.
En economía y en la vida personal, los costos hundidos suelen oscilar entre la racionalidad y la sensatez. Cuando los encargados de tomar decisiones consideran el rumbo futuro, siempre es una pregunta difícil que vale la pena reflexionar sobre si pueden analizar racionalmente las inversiones pasadas.