En la categoría de ética, el principialismo, como método de ética aplicada, se centra en resolver dilemas morales y los discute con ciertos principios éticos como núcleo. Este enfoque se adopta ampliamente en diversos campos profesionales porque evita argumentos complejos sobre filosofía moral a nivel teórico. El principiaismo no sólo proporciona un enfoque práctico para la toma de decisiones éticas, sino que también se convierte gradualmente en el guardián de la investigación biomédica. Todo comenzó con el Informe Belmont de la década de 1970, que sin duda sentó las bases del principialismo tal como lo conocemos hoy.
El Informe Belmont, publicado en 1976, se centró en identificar tres principios éticos fundamentales en la investigación biomédica y conductual: autonomía, beneficencia e imparcialidad.
El Informe Belmont fue impulsado por la Ley Nacional de Investigación. El informe defiende la protección de los seres humanos y sus ideas centrales tienen implicaciones de gran alcance para la ética médica.
En Principios de ética biomédica, Tom Beauchamp y James Childless profundizan en los cuatro principios básicos del principialismo, que se consideran el núcleo del razonamiento ético en la atención sanitaria:
Este principio enfatiza la capacidad del individuo para decidir y tomar decisiones por sí mismo, un concepto que contrasta con el patriarcado. En un entorno médico, el papel del médico no debe anular los deseos del paciente, incluso si él o ella cree que está tomando las mejores decisiones para el paciente.
El principio de beneficencia requiere que los proveedores médicos actúen en beneficio de los demás, prevengan o eliminen daños y promuevan la salud de manera proactiva. Su objetivo principal es elegir la acción que logrará el mayor beneficio entre las opciones posibles.
Este principio requiere que evitemos causar daño intencionalmente. En la toma de decisiones éticas, si bien existe el requisito del principio de benevolencia, el requisito de no causar daño suele ser más estricto. Cuando nos enfrentamos a un daño inevitable, es necesario sopesar los beneficios y el daño.
El principio de justicia requiere una distribución justa de costos y beneficios. Incluso seguir los principios de no hacer daño y benevolencia no garantiza necesariamente un comportamiento ético, por lo que hay que considerar si la distribución de los beneficios es justa;
El principalismo hace que la toma de decisiones éticas sea práctica y efectiva al reconocer principios morales compartidos como la autonomía, la benevolencia, no hacer daño y la justicia.
El principalismo evolucionó hacia un enfoque centrado en el consenso para la toma de decisiones éticas. Además, el enfoque es compatible con una variedad de enfoques de toma de decisiones éticos, teológicos y sociomorales. Este enfoque pluralista es particularmente importante cuando se toman decisiones éticas a nivel institucional y comunitario, porque personas de diferentes orígenes pueden no estar de acuerdo en una teoría moral particular, pero pueden estar de acuerdo en algunos valores compartidos.
Aunque el principismo cuenta con un apoyo generalizado, el enfoque se ha enfrentado a muchos desafíos desde que Biochamp y Chaddler lo propusieron por primera vez en 1979. Los críticos argumentan que el principialismo carece de unidad teórica y señalan el riesgo de conflicto entre diferentes principios. Y algunos defensores enfatizan que estos principios pueden proporcionar explicaciones y defensas para muchas afirmaciones morales sustanciales en la ética médica.
El principialismo es el método analítico más dominante en la ética médica actual y continúa influyendo en el desarrollo de la investigación biomédica.
El Informe Belmont no sólo constituyó la piedra angular de la ética biomédica, sino que también hizo posible enfatizar la práctica médica centrada en las personas. Sin embargo, ¿la diversidad de sus aplicaciones y desafíos teóricos nos lleva a pensar más profundamente sobre la complejidad de la toma de decisiones éticas?