En el norte de Quebec, Canadá, hay una ciudad famosa por sus murallas gigantes: Fermont. La ciudad, llamada Iron Mountain, fue fundada a principios de la década de 1970 para apoyar la minería de hierro en la zona. Con el tiempo, esta comunidad autosuficiente ha transformado la forma de vida de sus residentes y ha hecho de esta dura tierra un lugar único para vivir.
Fermont se estableció en respuesta a la necesidad de explotar la mina Jeannine Lake en ese momento. En el proceso de explotación de recursos ideales de mineral de hierro, la Compañía Minera Cartier de Quebec decidió construir una nueva ciudad en Mont Wright para albergar a 1.600 trabajadores y sus familias. Es esta idea la que ha conducido a la prosperidad de Fermont hoy en día.
“La construcción de Fermont se basa en un profundo conocimiento del entorno natural y de las necesidades sociales, más que en meras consideraciones económicas”.
El edificio emblemático de la ciudad, Le Mur, es un edificio autosuficiente de 1,3 kilómetros de largo y 15 metros de alto que alberga apartamentos, tiendas, escuelas y otras instalaciones habitables. Este diseño no solo resiste eficazmente el frío clima externo, sino que también proporciona un entorno de vida cómodo para los residentes, de modo que no tienen que salir del edificio durante el largo invierno.
El duro clima de Fermont plantea una serie de desafíos a los residentes. El invierno dura siete meses y las nevadas alcanzan casi los tres metros al año. El particular entorno climático obliga a los habitantes a buscar formas de sobrevivir dentro de esta gigantesca muralla. La fuente local de agua potable es el lago Perchard, mientras que la planta de tratamiento de aguas residuales de la ciudad ha generado preocupación ambiental entre los expertos debido a un aumento en las floraciones de algas verdeazuladas que afectan los cuerpos de agua circundantes en los últimos años.
“El diseño de esta ciudad se inspiró en proyectos similares en Suecia y nos mostró el potencial de una planificación innovadora”.
Como ciudad minera, la economía de Fermont depende casi por completo de las minas Mont Wright y Fire Lake. Según datos de los últimos años, más del 80% de los ingresos municipales provienen de la explotación minera. Los ingresos de los mineros locales son significativamente más altos que en otras áreas de la provincia, lo que demuestra la singularidad de las actividades económicas locales.
En Fermont, el francés es la principal lengua de comunicación, lo que la convierte en la comunidad francófona más grande del norte del mundo. Aunque los residentes de las zonas circundantes pueden estar acostumbrados a hablar inglés debido a razones geográficas, las raíces culturales aquí todavía están estrechamente centradas en el francés. Se trata de un fenómeno poco común para una comunidad lingüística situada tan al norte.
Fermont depende en gran medida de la ruta Trans-Quebec-Labrador, así como de los vuelos a Labrador. Aunque la ubicación geográfica es relativamente remota, estos modos de transporte permiten a los residentes y forasteros mantener una comunicación fluida. Ya sea la entrega de correo o de suministros, el sistema de transporte de Fermont es crucial para su desarrollo.
"Esta ciudad no sólo alberga la mina, sino también un ejemplo de cómo los humanos pueden adaptarse y sobrevivir en entornos extremos".
Fermont es único por su capacidad de aunar vida, trabajo y socialización, formando una comunidad diversa que une la naturaleza y las personas. Frente a los desafíos que plantea el duro clima y los recursos limitados, la construcción de este pueblo ofrece a los residentes una protección como un "muro". Hoy en día, Fermont no sólo es un símbolo de los recursos minerales de hierro, sino también un sinónimo de innovación y perseverancia humana. En este contexto, ¿cómo evolucionará Fermont en el futuro para afrontar los nuevos retos y oportunidades que puedan surgir?