La perforación intestinal, también conocida como ruptura intestinal, es un agujero en la pared del tracto digestivo. El tracto digestivo está formado por los órganos digestivos huecos desde la boca hasta el ano. Los síntomas de la perforación intestinal generalmente incluyen dolor abdominal intenso, náuseas y vómitos. En este caso, las complicaciones pueden provocar una inflamación dolorosa del revestimiento de la pared abdominal y el desarrollo de sepsis.
La perforación intestinal puede ser causada por una variedad de factores, incluidos trauma, bloqueo intestinal, diverticulitis, úlceras de estómago, cáncer o infección.
El diagnóstico temprano es crucial para un tratamiento eficaz. Generalmente, la tomografía computarizada se considera el método de diagnóstico preferido, pero en algunos casos, las radiografías simples también pueden visualizar el gas libre causado por la perforación. La perforación de cualquier parte del intestino generalmente requiere cirugía de emergencia, habitualmente una laparotomía exploratoria, con administración simultánea de líquidos intravenosos y antibióticos. Dependiendo de la situación, a veces se puede cerrar el orificio y a veces es necesario extirpar el intestino.
Incluso con los máximos esfuerzos de tratamiento, el riesgo de muerte puede ser tan alto como el 50%.
Un intestino perforado puede causar dolor abdominal agudo y severo que se irradia por todo el abdomen. El dolor generalmente empeora con el movimiento y se acompaña de síntomas tempranos como náuseas, vómitos, vómitos con sangre y aumento del ritmo cardíaco. A medida que la enfermedad progresa, las personas pueden desarrollar fiebre o escalofríos. Durante el examen, el abdomen del paciente estará rígido y sensible.
Con el tiempo, los intestinos dejan de moverse y el abdomen se vuelve silencioso y distendido.
Un orificio en el intestino puede permitir que el contenido intestinal ingrese a la cavidad abdominal, lo que puede provocar peritonitis o la formación de abscesos. A medida que las bacterias pasan de los intestinos al abdomen, los pacientes pueden desarrollar sepsis, una respuesta potencialmente mortal a la infección, caracterizada por aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, fiebre y confusión.
La perforación intestinal puede ocurrir por diversas razones y puede incluir un traumatismo o una perforación accidental durante un procedimiento médico. Un traumatismo penetrante, como una herida de cuchillo o de bala, puede perforar el intestino, mientras que un traumatismo contundente, como un accidente automovilístico, puede aumentar repentinamente la presión en el intestino y provocar su ruptura.
Las enfermedades inflamatorias intestinales a largo plazo, como la apendicitis y la diverticulitis, pueden provocar perforación intestinal.
Además, la obstrucción intestinal también es una causa común. La obstrucción intestinal impide el movimiento normal del contenido intestinal, lo que puede impedir que el flujo sanguíneo llegue a la pared intestinal y eventualmente provocar necrosis y perforación. La ingestión de múltiples imanes también puede provocar perforación intestinal.
El diagnóstico de la perforación intestinal se basa en exámenes de imagen. La perforación intestinal puede provocar una fuga de gas hacia la cavidad abdominal y, durante el examen, una radiografía de tórax puede mostrar gas en la axila. Aunque las radiografías son más baratas y rápidas, las tomografías computarizadas son más sensibles y pueden establecer con mayor precisión el diagnóstico y explorar la causa subyacente de la perforación intestinal.
Pueden ayudar varios antibióticos, incluidas combinaciones de piracilina/tazobactam o ciprofloxacina con metronidazol.
La perforación intestinal es una emergencia médica crítica y el reconocimiento y la intervención tempranos pueden reducir significativamente las complicaciones y la mortalidad. Sin embargo, a medida que cambian el estilo de vida y las condiciones de salud, ¿seguirá aumentando la incidencia de la perforación intestinal?