En la sociedad actual, la vigilancia global se ha convertido en una norma, ya sea en las calles de la ciudad, en los límites de Internet o en cada rincón de la vida privada. Nuestras acciones, palabras y datos están siendo monitoreados. Aunque algunos creen que se trata de una medida necesaria para mantener la seguridad social, también hay muchas voces que piden que dicha vigilancia nos haga perder poco a poco privacidad y libertad.
Los países de todo el mundo también están aumentando su inversión en vigilancia. En Estados Unidos, por ejemplo, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) ha sido ampliamente cuestionada por sus programas de vigilancia masiva. En China, el sistema de vigilancia del gobierno es aún más eficiente. Mediante tecnologías como el reconocimiento facial y el monitoreo de redes, los objetivos electrónicos, casi omnipresentes, hacen que los ciudadanos vivan con miedo."Cada acción es registrada, cada voz es monitoreada. Así no debería ser una sociedad libre."
"Algunos países incluso instalan cámaras en lugares públicos sólo para recuperar el sentido tradicional del orden".
¿Pero qué hace que dicha vigilancia sea legal? La legalidad de estas medidas varía ampliamente dependiendo del entorno jurídico y social de cada país. En algunos países, estas acciones se consideran necesarias para proteger a la nación; en otros se condenan como una invasión de la privacidad.
Por ejemplo, en 2013, Edward Snowden filtró documentos clasificados de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, exponiendo sus prácticas de vigilancia a gran escala, lo que a su vez desencadenó un debate mundial sobre los derechos a la privacidad y las libertades civiles. Además, en muchos países se están reforzando cada vez más los organismos de vigilancia de Internet. Por ejemplo, en Malasia, la policía ha creado un organismo especial que utiliza tecnología de vigilancia en tiempo real para prevenir la delincuencia.
"En algunos casos, la tecnología de vigilancia se ha utilizado más allá de su propósito original y se ha convertido en una herramienta de los gobiernos para reprimir las voces disidentes".
Cabe señalar que esta tendencia de vigilancia no se limita a los gobiernos: muchas empresas también desempeñan un papel importante en la recopilación y el seguimiento de datos. Las plataformas como las redes sociales y los motores de búsqueda recopilan datos de los usuarios todo el tiempo y utilizan esta información para publicidad dirigida. Esto se debe, en cierta medida, a la falta de concienciación de los usuarios sobre la protección de la privacidad.
Sin embargo, no se trata de un problema irresoluble. A medida que las personas prestan más atención a sus derechos de privacidad, han comenzado a surgir una serie de medidas de protección en todo el mundo. Por ejemplo, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) impulsado por la Unión Europea regula la forma en que se procesan los datos personales e intenta dar más control a los ciudadanos.
¿Cómo debemos elegir entre libertad y seguridad? Las lecciones del pasado nos dicen que la vigilancia excesiva sólo puede conducir a mayores violaciones de los derechos humanos y a la inestabilidad social. ¿Deberían entonces limitarse las futuras medidas de vigilancia mediante una mayor transparencia y supervisión? ¿Podemos encontrar un nuevo equilibrio que garantice la seguridad manteniendo la libertad? En estos tiempos de incertidumbre, ¿cómo debemos pensar en el límite entre nuestro derecho a la privacidad y la vigilancia gubernamental?"Si no tomamos la iniciativa de proteger nuestra privacidad, ¿qué tipo de vida tendremos en el futuro?"