La metanfetamina es un estimulante del sistema nervioso central aprobado por la FDA de EE. UU. y se utiliza específicamente para tratar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y la narcolepsia. Este medicamento no sólo se puede tomar por vía oral, sino que también se puede absorber a través de la piel. Sus diferentes formas de dosificación, como la de liberación inmediata y la de liberación retardada, tienen diferentes efectos sostenidos. En cuanto al efecto terapéutico del TDAH, la metanfetamina es similar a la atomoxetina, pero ligeramente menos eficaz que la anfetamina. Las investigaciones muestran que la metanfetamina puede aliviar los déficits de concentración, inhibición, memoria de trabajo, tiempo de reacción y autorregulación emocional.
Los efectos secundarios comunes incluyen euforia, dilatación de las pupilas, aumento del ritmo cardíaco, insomnio, ansiedad y pérdida de apetito.
Se cree que la metanfetamina actúa impidiendo la recaptación de dopamina y norepinefrina por las neuronas, aumentando la concentración de estos neurotransmisores en las sinapsis. Según las estadísticas, en 2022, la metanfetamina fue la droga número 32 más recetada en los Estados Unidos, con más de 17 millones de recetas emitidas durante todo el año.
En el tratamiento del TDAH, la dosis puede variar y, a menudo, se ajusta según la afección específica del paciente. La declaración de consenso internacional de la OMS sobre el TDAH afirma que la metanfetamina es segura en el tratamiento y tiene efectos significativos en la reducción de lesiones accidentales y problemas de salud mental. Pese a ello, en 2019 la OMS rechazó su solicitud para ser incluido en la lista de medicamentos esenciales, pero en 2023 emitió recomendaciones claras apoyando su uso en niños con TDAH mayores de seis años.
Con el aumento en las tasas de diagnóstico de TDAH, algunas personas están haciendo un uso indebido de la metanfetamina como "droga de estudio", lo que puede causar riesgos para la salud.
La narcolepsia es un trastorno crónico del sueño caracterizado por somnolencia diurna excesiva y sueño incontrolable. El consumo de metanfetamina puede mejorar la vigilia y la concentración, aunque el rendimiento en algunas pruebas estandarizadas puede no estar al nivel de personas sanas.
Además del tratamiento del TDAH y la narcolepsia, la metanfetamina también se utiliza en otras enfermedades, como para combatir la depresión y como complemento del trastorno bipolar resistente al tratamiento. La metanfetamina también ha demostrado potencial para mejorar la depresión en algunos pacientes con cáncer y pacientes VIH positivos.
Las investigaciones muestran que la metanfetamina es eficaz para mejorar el rendimiento deportivo y la cognición. Sin embargo, si se usa en dosis altas o de otras formas, pueden ocurrir reacciones adversas graves. Para algunos estudiantes, la razón principal para consumir la droga es mejorar su desempeño en los estudios o exámenes, no por diversión.
Sin embargo, las investigaciones indican que cuando se abusa de los medicamentos, especialmente en ausencia de un diagnóstico de TDAH, a menudo no logran mejorar verdaderamente el rendimiento académico.
Los efectos secundarios comunes de la metanfetamina incluyen disminución del apetito, sequedad de boca, ansiedad e insomnio, y sus efectos cardiovasculares también deben controlarse de cerca. En algunos pacientes con psicosis preexistente, este medicamento puede empeorar la afección. Además, debido a su cierta dependencia, especialmente cuando se utiliza en dosis elevadas, puede provocar dependencia psicológica en los consumidores de drogas.
En general, aunque la metanfetamina puede funcionar bien en el tratamiento del TDAH y la narcolepsia, su potencial de abuso y sus efectos secundarios deben atraer la atención de la sociedad. A medida que aumenta el número de personas que consumen este medicamento, ¿cómo se debe equilibrar su uso médico con el riesgo de abuso?