La pérdida de un ser querido o de algo querido es un dolor indescriptible para muchas personas. El duelo, como respuesta natural a tal pérdida, incluye angustia emocional y abarca impactos físicos, psicológicos y sociales. Cada persona experimenta diferentes sentimientos y reacciones ante la pérdida, lo que hace que comprender y afrontar el duelo sea complicado. El “modelo de duelo de doble vía” como teoría importante nos ayuda a explorar la diversidad y profundidad de esta emoción con mayor profundidad.
Según este modelo, el proceso de duelo no es un camino lineal sino dos vías que se entrelazan. La primera pista se centra principalmente en el funcionamiento biopsicosocial de un individuo, como las respuestas emocionales, los cambios en las relaciones familiares y sociales y la adaptación a la vida diaria. La segunda pista se centra en la conexión emocional continua entre los vivos y los fallecidos a través del procesamiento de recuerdos positivos y negativos.
En la primera etapa, los individuos aprenden a adaptarse al dolor, lo que requiere tiempo para realizar ajustes psicológicos y restablecer las funciones sociales.
La reevaluación de las relaciones perdidas es particularmente importante durante este proceso. Esto no sólo incluye recordar al difunto, sino también cómo los vivos continúan reflejando la influencia del difunto en sus vidas.
La pérdida es una experiencia individual para cada uno. Algunas personas experimentan un dolor intenso después de una pérdida, otras pueden encontrar fortaleza en su dolor o incluso compartir momentos de risa con el ser querido fallecido. La diversidad de estas emociones refleja verdaderamente las diversas posibilidades de la vida.
Como señala el investigador George Bonnano, algunas personas pueden exhibir lo que se denomina "afrontamiento feo", que implica mostrar respuestas emocionales no convencionales al duelo.
Esta amplia gama de emociones desafía las concepciones tradicionales del duelo y nos hace preguntarnos en qué contextos se consideran saludables estas respuestas para afrontar la pérdida.
Las investigaciones científicas muestran que el impacto de la tristeza en la salud física también es notable. Por ejemplo, los estudios han descubierto que las personas que experimentan una pérdida generalmente experimentan un mayor malestar físico autoinformado y un mayor riesgo de problemas cardiovasculares. Esto hace necesario considerar la estrecha conexión entre la salud emocional y la salud física.
Las investigaciones científicas modernas han confirmado que la tristeza puede desencadenar una respuesta inflamatoria fisiológica, que está estrechamente relacionada con el proceso de procesamiento emocional.
Este hallazgo plantea preguntas sobre cómo abordar el duelo de forma más integral: ¿deberíamos prestar atención también a mantener nuestra salud física durante el duelo?
Sin embargo, el duelo también puede ser peligroso, especialmente para personas con problemas de salud mental existentes. Las reacciones de duelo intenso pueden tener un impacto en las relaciones familiares. Por ejemplo, después de perder un hijo, la mayoría de las familias se enfrentarán al riesgo de un matrimonio ficticio o de una ruptura de la relación.
Las últimas investigaciones sugieren que si bien las instituciones o los expertos deben brindar apoyo, también deben estar alertas a los cambios en las relaciones después de una pérdida.
Este fenómeno hace que la gente se pregunte ¿cómo mantener una estructura familiar estable ante la tristeza?
En resumen, comprender el modelo de duelo de doble vía no solo nos permite ver las emociones complejas de la pérdida, sino que también resalta la singularidad de cómo cada persona procesa el duelo. El duelo no es una simple emoción, sino un profundo viaje de pensamiento y emoción. Cuando experimentamos una pérdida, lo que importa es cómo aceptamos el dolor y, en última instancia, aprendemos a vivir de nuevo. Frente a todo esto, ¿cómo debemos ver nuestras vidas y nuestras relaciones?