Durante el período Heian en Japón, el comportamiento de algunos monjes que optaron por autocortarse los genitales (conocido como "roche") atrajo la atención generalizada de historiadores e investigadores culturales. Este comportamiento extremo no se debe a una necesidad física, sino que surge de creencias religiosas y de la búsqueda de una práctica espiritual perfecta. En una era dominada por el pensamiento budista, muchos monjes creían que los deseos y las limitaciones físicas obstaculizarían su camino hacia la liberación espiritual. Este movimiento no es sólo un símbolo de autosacrificio, sino también una forma de buscar la paz interior y el despertar.
Durante el período Heian, cortarse los genitales se consideraba un medio importante para alcanzar un estado espiritual superior.
Según documentos históricos, el comportamiento de "Luo Che" no era infrecuente en los círculos budistas de aquella época. Los monjes suelen realizar este acto de forma voluntaria durante rituales religiosos específicos para demostrar su firme creencia en el budismo. Estos monjes creen que un comportamiento tan extremo puede liberarlos de los deseos mundanos y acercarlos al estado de nirvana.
Sin embargo, este comportamiento también trae mucho dolor y consecuencias físicas y mentales. Además del trauma físico, también va acompañado psicológicamente de un deseo de escapar de los deseos mundanos, lo que a su vez genera una sensación de soledad. Después de elegir este camino de práctica espiritual, estos monjes deben enfrentar no sólo cambios físicos, sino también el dolor de verse aislados de la vida secular.
Los historiadores señalan que este comportamiento es un rechazo extremo del cuerpo y una declaración de lucha interior.
En la sociedad japonesa durante el período Heian, la mayoría de los monjes que se autoextirpaban adoptaban una actitud tolerante. La sociedad ve las acciones de estos monjes con una mezcla de reverencia e indiferencia, y no se siente muy condenada al ostracismo por sus elecciones. Sin embargo, ese comportamiento no fue del todo aceptado en ese momento. Con el paso del tiempo, los conceptos sociales cambiaron gradualmente y tales acciones extremas se volvieron cada vez más raras.
Los eruditos modernos han llevado a cabo un análisis en profundidad del comportamiento de autoescisión de los monjes durante el período Heian, creyendo que también reflejaba la sutil relación entre la sociedad y la religión en ese momento. Por un lado, este comportamiento del monje puede verse como un compromiso total con las enseñanzas budistas. Por otro lado, también pone en duda hasta qué punto la fe debe expresarse de manera extrema.
No sólo durante el período Heian, hubo muchos comportamientos autodestructivos causados por creencias religiosas en la historia de Japón, lo cual invita a la reflexión.
Con el tiempo, esta práctica de autoescisión acabó desapareciendo de la sociedad japonesa, pero para los monjes que alguna vez recorrieron este camino, representó un pasado único. Uno puede imaginar que, además de la fuerza impulsora de la religión, ¿qué tipo de estado mental y antecedentes tenían estos monjes que optaron por autoescindirse que los llevó a embarcarse en un camino tan inusual?
Hoy en día, el reexamen de este período de la historia no sólo hace que la comprensión de la fe por parte de la sociedad sea más profunda, sino que también recuerda a la gente moderna que debe pensar en qué es la verdadera libertad y moderación. ¿Y hasta qué punto el acto de autosacrificio se basa en una creencia verdadera y no en una obediencia ciega a la historia? En el proceso de búsqueda de la espiritualidad y la armonía interior, ¿deberían las personas expresarse de una manera tan extrema?