El traumatismo contundente, también conocido como traumatismo por fuerza contundente o traumatismo no penetrante, es un trauma físico causado por un impacto violento que no penetra la superficie del cuerpo. Compare esto con el traumatismo penetrante, que ocurre cuando un objeto perfora la piel, ingresa al tejido corporal y crea una herida abierta. El traumatismo cerrado ocurre comúnmente en accidentes de tránsito, agresiones y deportes, y es particularmente común en adultos mayores lesionados por caídas. El traumatismo cerrado puede causar una variedad de lesiones, que incluyen hematomas, conmociones cerebrales, abrasiones, laceraciones, hemorragias internas o externas y fracturas de huesos. La gravedad de estas lesiones depende de la fuerza del impacto, la parte del cuerpo afectada y las condiciones médicas subyacentes de la víctima.
En algunos casos, el traumatismo cerrado puede poner en peligro la vida y requerir atención médica inmediata. Los traumatismos contundentes en la cabeza y la pérdida grave de sangre son las causas más comunes de muerte.
El traumatismo abdominal contuso (BAT, por sus siglas en inglés) representa el 75% de todos los traumatismos contusos. El 75% de los traumatismos abdominales se producen en accidentes entre personas y vehículos, donde una desaceleración rápida puede provocar que el conductor sea empujado hacia el volante, el salpicadero o el cinturón de seguridad. Este trauma puede provocar pequeños hematomas o, en casos graves, desgarros de órganos internos. En las etapas iniciales, es posible que no haya signos evidentes de lesiones internas graves, lo que hace que la evaluación sea más difícil.
Los dos mecanismos principales del traumatismo abdominal cerrado son la compresión y la desaceleración. La compresión es causada por un golpe directo o contacto con un objeto no deformable, mientras que la desaceleración produce estiramiento y corte del material móvil en el abdomen.
El traumatismo torácico contuso a menudo implica una variedad de lesiones en el pecho, que van desde simples hematomas hasta hipoxia más compleja, desajuste entre la ventilación y el flujo sanguíneo, hipovolemia, etc. Este tipo de traumatismo no es necesariamente visible en la superficie y es posible que los signos de lesión interna no aparezcan hasta horas después de que se produzca el trauma.
Los traumatismos que ponen en peligro la vida de forma más inmediata incluyen neumotórax a tensión, neumotórax abierto, hemotórax, pared torácica flotante, taponamiento cardíaco y obstrucción/rotura de las vías respiratorias.
La principal preocupación clínica en caso de traumatismo craneoencefálico contuso es el daño al cerebro. La evaluación posterior a la lesión incluye verificar el estado de las vías respiratorias, la circulación y la respiración. Si se sospecha un traumatismo en el cuello, se puede aplicar un aparato ortopédico en la columna cervical.
Las lesiones en las extremidades son muy comunes, siendo las caídas la causa más común, especialmente si se produce un accidente laboral. En una extremidad lesionada, normalmente se examinan cuatro componentes funcionales principales: tejido blando, nervios, vasos sanguíneos y hueso.
Las causas más comunes de traumatismo pélvico cerrado son los accidentes de tráfico y las caídas desde varios pisos. El trauma pélvico a menudo se asocia con traumatismos en otros sitios, y la principal preocupación es el riesgo de fractura pélvica, que puede provocar hemorragia y daño a la uretra y a la vejiga.
El traumatismo cardíaco contuso, o lesión cardíaca contusa, cubre una amplia gama de lesiones cardíacas, desde un traumatismo contuso en el tórax. Aunque la mayoría de los pacientes son asintomáticos, algunos casos pueden provocar insuficiencia cardíaca grave y la muerte.
En la mayoría de los casos, los procedimientos para la evaluación inicial y la estabilización del trauma siguen los mismos principios generales para identificar y tratar lesiones que ponen en peligro la vida de inmediato. La evaluación generalmente comienza asegurando que las vías respiratorias del paciente estén despejadas y luego se extiende a la recopilación de registros médicos y el uso de los estudios de imágenes necesarios para ver el daño potencial.
Los criterios de verificación de la fase de bajo riesgo para pacientes con traumatismo abdominal cerrado incluyen: ausencia de intoxicación, hipotensión o pulso alto, dolor o sensibilidad abdominal y ausencia de sangre en la orina.
Cuando el traumatismo cerrado es lo suficientemente grave como para requerir una evaluación médica, el tratamiento suele estar dirigido a tratar la lesión potencialmente mortal, como mantener las vías respiratorias despejadas y prevenir el sangrado continuo. Ante las lesiones abdominales contusas, las lesiones más frecuentes se producen en el intestino delgado, lo que en casos graves puede provocar una perforación del intestino delgado, un problema grave que requiere cirugía de urgencia y supone un riesgo de infección.
El tratamiento de las lesiones contusas en la cabeza depende de la extensión de la lesión. Mantener una buena saturación de oxígeno suele ser el objetivo del tratamiento de la patología, considerando terapias de apoyo como la ventilación mecánica cuando sea necesario.
La incidencia de traumatismos contundentes todavía afecta la salud y la seguridad de las generaciones jóvenes en todo el mundo, lo que hace que la gente piense: ¿Cómo deberíamos prevenir estos accidentes de manera más efectiva para proteger la seguridad de la vida de todos?