En el mundo actual que cambia rápidamente, el tema del riesgo existencial está ganando terreno. Los riesgos existenciales son aquellos que podrían destruir el potencial a largo plazo de la humanidad. Estos riesgos pueden no sólo conducir a la extinción de la humanidad, sino que también pueden impedir la recuperación al nivel original de desarrollo, lo que representa una amenaza fundamental para la estabilidad de la civilización moderna y las esperanzas futuras.
El riesgo existencial no es sólo una amenaza a la supervivencia humana, sino también una cadena de posibilidades para nuestras elecciones futuras.
Los riesgos existenciales se pueden subdividir en riesgos catastróficos globales y riesgos existenciales. La definición de riesgos catastróficos globales no está clara, pero a menudo estos riesgos pueden causar graves daños al bienestar humano. Ante estos riesgos, los sistemas de suministro humano, los modelos económicos y las estructuras sociales pueden verse cuestionados de manera inquietante. Como han señalado algunos estudiosos, este tipo de acontecimientos no son infrecuentes en la historia, pero su impacto es suficiente para reescribir el desarrollo futuro.
Muchos desastres históricos muestran que, aunque la humanidad se ha enfrentado a diversos desafíos, cada desastre puede servir como una llamada de atención para la supervivencia futura.
Las fuentes de riesgos existenciales se pueden dividir en dos categorías: provocadas por el hombre y no provocadas por el hombre. Los riesgos no humanos incluyen impactos de asteroides o cometas, erupciones supervolcánicas, epidemias naturales, etc. Entre los riesgos provocados por el hombre, los desafíos que plantea el progreso científico y tecnológico son particularmente apremiantes, como el desajuste de la inteligencia artificial que puede tener consecuencias irreversibles, o la pérdida de control de la biotecnología.
El estudio de los riesgos catastróficos y existenciales globales presenta desafíos únicos. En primer lugar, las características de muchos de estos riesgos dificultan la aplicación de los métodos tradicionales de investigación científica. Además, a medida que avanza la tecnología, la naturaleza de estos riesgos sigue cambiando. Esto significa que es posible que los datos y modelos existentes no puedan predecir con precisión las condiciones futuras, especialmente en escalas de tiempo largas.
Cualquier predicción de riesgos existenciales debe afrontar el hecho de que los humanos aún no hemos experimentado estos desastres, lo que nos hace aún más incapaces de empezar.
Para abordar eficazmente estos desafíos, muchos expertos han propuesto el concepto de defensa multicapa, que divide las medidas de reducción de riesgos en tres niveles: prevención, respuesta y resiliencia. Tales medidas requieren no sólo los esfuerzos del gobierno actual, sino también la colaboración global para reducir fundamentalmente la posibilidad de que estos riesgos se hagan realidad.
A medida que avanza la tecnología, la gobernanza eficaz frente a nuevas amenazas se vuelve cada vez más importante. Ya sea que se trate del cambio climático o de amenazas a la bioseguridad, es necesario establecer rápidamente mecanismos de gobernanza global para abordar de manera conjunta riesgos cada vez más complejos.
Las medidas de respuesta futuras no son sólo una competencia tecnológica, sino también un desafío para la cooperación y el consenso internacional.
En definitiva, el riesgo existencial no es sólo una amenaza a la existencia humana, sino también un desafío a las decisiones futuras en general. Ante estos riesgos sin precedentes, cada país e individuo debe reflexionar sobre cómo encontrar un camino de desarrollo sostenible en un futuro incierto. ¿Puede la humanidad trabajar junta para superar estos desafíos y abrazar un mañana esperanzador?