Tanto las células grasas como los pequeños tejidos grasos desempeñan funciones diferentes en nuestro cuerpo, lo que explica por qué la grasa blanca y la grasa marrón se consideran dos entidades distintas. La función de la grasa blanca se centra principalmente en almacenar energía, mientras que la grasa marrón se centra en generar calor. Esta diferencia funcional ha dado lugar a una serie de debates que aportan información sobre las propiedades fisiológicas de estas dos grasas y su impacto en la salud.
El tejido adiposo blanco (WAT) es la principal forma de almacenamiento de energía en el cuerpo, mientras que el tejido adiposo marrón (BAT) es responsable de la producción de calor.
El tejido adiposo blanco es el principal responsable de almacenar energía. Cuando el cuerpo ingiere demasiadas calorías, las células grasas las convierten en grasa para almacenarla. Además, esta grasa proporciona aislamiento y amortiguación, protegiendo los órganos del impacto directo del mundo exterior. Esto hace que la grasa blanca sea un recurso reproductivo importante en términos de equilibrio energético y protección del cuerpo.
El tejido adiposo marrón desempeña un papel importante en el uso de energía para producir calor, un proceso llamado termogénesis adaptativa. Las células de grasa parda son ricas en mitocondrias, que pueden convertir la energía en calor "desacoplando" el proceso de fosforilación oxidativa. Este proceso permite que la grasa parda aumente rápidamente la temperatura corporal en ambientes fríos y desempeña un papel vital en el metabolismo.
La presencia de grasa parda nos permite mantener la temperatura corporal cuando hace frío, destacando por su gasto energético.
Los estudios han demostrado que el exceso de grasa blanca está estrechamente relacionado con enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares. En particular, la grasa visceral (también conocida como obesidad abdominal) es uno de los factores de riesgo. Por el contrario, se cree que el crecimiento de grasa parda ayuda a reducir el riesgo de estas enfermedades. Los investigadores descubrieron que cuando aumenta la masa de grasa parda de una persona, suele ir acompañado de un mejor metabolismo de la glucosa, que es fundamental para mantener un peso saludable.
Las investigaciones más recientes muestran que los ambientes fríos y ciertos ingredientes alimentarios pueden promover la conversión de grasa blanca en grasa marrón, un proceso llamado "dorado". Por ejemplo, los cambios en el ejercicio y la ingesta nutricional han demostrado efectos significativos en la promoción del oscurecimiento de las células grasas, lo que permite al cuerpo quemar energía de manera más eficiente.
El proceso de pardeamiento es una nueva estrategia que utiliza factores ambientales e intervención dietética para regular el metabolismo.
A través de la última biotecnología, los científicos están explorando cómo utilizar la grasa parda para combatir la obesidad y las enfermedades relacionadas. Esto no sólo implica estrategias de tratamiento dirigidas a la grasa parda, sino que también se espera inducir el oscurecimiento de la grasa blanca y mejorar la capacidad de consumo de calorías de la grasa. Un número creciente de informes muestran que la grasa parda funciona tanto en experimentos con ratones como en estudios en humanos, lo que demuestra sus posibles efectos terapéuticos.
A medida que aumenta nuestra comprensión de la función del tejido adiposo, comprendemos cada vez más el importante papel que desempeñan estos tejidos en la salud general. Esto llevó a la gente a pensar: ¿Cómo podemos utilizar este conocimiento para promover estilos de vida más saludables en el futuro?