El mesotelioma maligno es el cáncer más común en la delgada capa de tejido que cubre muchos órganos internos y su desarrollo está estrechamente asociado con la exposición al asbesto. El desarrollo de este cáncer generalmente no ocurre hasta 20 a 50 años después de la exposición al asbesto, y los síntomas incluyen dificultad para respirar, dolor en el pecho, tos y pérdida de peso. Esto hace que la gente se dé cuenta de los peligros que el amianto puede esconder en nuestras vidas.
Peligros y vías de exposición al amiantoSegún los informes, aproximadamente 125 millones de personas en todo el mundo han estado expuestas al asbesto en el lugar de trabajo. Entre las personas que corren un alto riesgo se incluyen los mineros, los fabricantes de productos que contienen asbesto y las personas que viven cerca de trabajadores que trabajan con asbesto.
Las propiedades químicas inherentes del amianto lo convierten en un excelente material aislante y se ha utilizado ampliamente en la construcción desde el siglo XIX. Sin embargo, su carcinogenicidad sólo se reconoció gradualmente a mediados del siglo XX. El pequeño tamaño y la naturaleza insidiosa de las partículas de amianto implican que incluso una exposición muy limitada puede tener consecuencias adversas. Con el tiempo, las fibras de amianto se acumulan en los pulmones y otros órganos, lo que a largo plazo puede conducir al desarrollo de enfermedades como el mesotelioma maligno.
El ataque del amianto al cuerpo humano puede aparecer lentamente hasta cuarenta años después de la exposición, lo que sin duda lo convierte en un "asesino invisible" del cáncer.
Los síntomas del mesotelioma maligno a menudo no son evidentes en las primeras etapas, lo que hace que los pacientes pierdan el mejor momento para recibir tratamiento. A medida que la enfermedad progresa, las personas pueden desarrollar líquido en los pulmones, fiebre, fatiga y pérdida de peso significativa. Los médicos pueden sospechar mesotelioma maligno en una radiografía de tórax o una tomografía computarizada, pero puede ser necesaria una toracocentesis o una biopsia para confirmar el diagnóstico.
Ante riesgos tan graves, enfatizar la reducción de la exposición al amianto es la forma más eficaz de prevención. Las opciones de tratamiento actuales incluyen cirugía, radioterapia y quimioterapia. Para los pacientes que ya padecen la enfermedad, el diagnóstico temprano y un tratamiento agresivo pueden mejorar las posibilidades de supervivencia. Sin embargo, aún así, la tasa de supervivencia a cinco años todavía es sólo del 8%.
En 2015, aproximadamente 60.800 personas fueron diagnosticadas con mesotelioma maligno en los Estados Unidos, lo que provocó 32.000 muertes. Las tasas de esta enfermedad variaron significativamente entre países; Australia y el Reino Unido informaron números significativamente más altos de casos.
Como sustancia extremadamente peligrosa, los riesgos para la salud que ocasiona el amianto no pueden subestimarse. Sus efectos a largo plazo y su naturaleza oculta hacen que la atención a sus peligros sea una tarea importante para la salud pública. Hoy en día, ¿cómo podemos detectar y controlar de forma más eficaz el amianto que aún existe en los edificios para evitar que más personas inocentes resulten perjudicadas?