La neuropatía óptica isquémica posterior (PION) es un daño debido a una falta de flujo sanguíneo (isquemia) a la porción retrobulbar del nervio óptico. Es una pérdida de visión repentina y generalmente indolora en la que los pacientes pueden perder la visión en uno o ambos ojos en un corto período de tiempo, lo que convierte a la PION en un problema médico bastante difícil.
Para muchas personas con PION, la pérdida de visión ocurre tan rápidamente que no pueden comprender las causas y las consecuencias.
Los síntomas de PION generalmente incluyen pérdida de visión repentina, indolora y de moderada a grave, con una disminución de la visión del color. Esta afección a menudo está relacionada con un flujo sanguíneo insuficiente y es común en pacientes que se han sometido a una cirugía mayor o a un sangrado inesperado. Debido a que el nervio óptico opera bajo el ambiente de alta presión de la cuenca del ojo, las células nerviosas en el cerebro privado de oxígeno a menudo resultan dañadas, lo que lleva a la pérdida de funciones.
La consulta temprana con un neurooftalmólogo es extremadamente importante en el diagnóstico de PION para evitar diagnósticos erróneos y retrasos en el tratamiento.
La patología de PION se describe como la muerte de las células del nervio óptico debido a un suministro de sangre inadecuado y persistente. Esta lesión isquémica puede provocar inflamación e hinchazón del nervio, lo que en última instancia causa la compresión del nervio dentro del espacio óseo, lo que empeora aún más la condición isquémica. Los pacientes sometidos a cirugía prolongada tienen mayor riesgo de sufrir una disminución del suministro de sangre, lo que aumenta aún más la incidencia de PION.
Ciertos procedimientos quirúrgicos, como la cirugía de columna y la cirugía de bypass cardíaco, son entornos en los que la PION es más común. Estas operaciones no sólo requieren mucho tiempo, sino que a menudo van acompañadas de una importante pérdida de sangre, lo que genera un mayor riesgo de hipotensión y anemia, lo que supone una amenaza adicional para el suministro de sangre al nervio óptico.
A pesar de la combinación de factores de riesgo, la PION sigue siendo relativamente rara. Mediante una mejor planificación preoperatoria y un mejor control de la presión arterial y la anemia, los médicos pueden reducir significativamente el riesgo de daño al nervio óptico posoperatorio.
Una vez que experimente pérdida de visión debido a PION, el tratamiento rápido es extremadamente importante. Aunque la pérdida de la visión puede ser irreversible, hay informes de que las transfusiones de sangre inmediatas y las medidas para aumentar la presión arterial pueden mejorar las posibilidades de recuperación de la visión en algunos casos. En el caso de A-PION, si se sospecha arteritis de células gigantes, es necesario iniciar inmediatamente un tratamiento con esteroides.
Si se trata a tiempo, los pacientes con PION pueden recuperar algo de visión, sin embargo el pronóstico general sigue siendo un desafío clave.
La ceguera aguda causada por PION ha desafiado a la comunidad médica a reevaluar la gestión del riesgo quirúrgico. Cómo reducir la ocurrencia de tales eventos sigue siendo un tema candente en la investigación actual. A medida que avancemos en la tecnología en el futuro, creo que habrá más formas de proteger eficazmente el nervio óptico y reducir las tasas de ceguera, y podemos esperar razonablemente resultados médicos más favorables. Entonces, ¿deberíamos prestar más atención a la salud de nuestro nervio óptico?