La epidemia de COVID-19 ha tenido un impacto sin precedentes en la economía global. El gobierno de Estados Unidos aprobó rápidamente el proyecto de ley de estímulo económico, la Ley CARES, para aliviar los desafíos económicos causados por la epidemia. La Ley CARES, oficialmente conocida como Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica por el Coronavirus, no solo se promulgó en respuesta a la epidemia, sino también como una de las mayores medidas de estímulo económico en la historia de Estados Unidos. El proyecto de ley alcanza los 2,2 billones de dólares e implica una amplia gama de fondos, que cubren subsidios personales, préstamos corporativos y gastos de salud pública.
Después del brote, la actividad económica mundial cayó drásticamente, las medidas de distanciamiento social provocaron el cierre de muchas empresas y las aerolíneas se enfrentaron a la crisis de la quiebra. El gobierno actuó rápidamente para evitar el colapso económico.
En marzo de 2020, el gobierno de Estados Unidos enfrentó enormes desafíos económicos. Luego, la demanda en varias industrias cayó significativamente, las empresas no pudieron operar con normalidad y la tasa de desempleo se disparó. Bajo la presión de todos los partidos, el gobierno decidió introducir la Ley CARES para apoyar a las personas y las actividades comerciales y estabilizar la economía.
Las asignaciones de fondos clave de la Ley CARES incluyen:
La aprobación de este proyecto de ley creó una serie de estrategias fiscales sin precedentes que dieron esperanza a muchos estadounidenses y empresas en tiempos difíciles.
La Ley CARES no solo no tuvo precedentes en términos de monto, sino que también tuvo un profundo impacto económico durante su implementación. Según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso, este proyecto de ley aumentará el déficit fiscal en aproximadamente 1,7 billones de dólares entre 2020 y 2030. Esto significa que en el corto plazo, el gobierno enfrentará una enorme carga económica, pero en el largo plazo, las medidas de estímulo pueden promover la recuperación económica. Muchos economistas dicen que la Ley CARES evitó la Gran Recesión y protegió los empleos y los ingresos de millones de personas.
La Ley CARES es mucho mayor que el proyecto de ley de estímulo económico de 2009 en respuesta a la Gran Recesión, que fue de 831 mil millones de dólares. El tamaño de la factura actual alcanza el 10% del PIB de Estados Unidos, lo que demuestra el alto grado de medidas de respuesta de emergencia adoptadas por el gobierno ante la crisis.
Por un lado, los beneficiarios de la Ley CARES incluyen a personas comunes y corrientes y, por otro lado, también proporciona el apoyo financiero necesario a empresas e instituciones médicas. Según el proyecto de ley, las transferencias de efectivo a individuos permiten a muchos hogares hacer frente a pérdidas financieras a corto plazo, reduciendo el riesgo de colapso económico.
“Nuestro objetivo es ayudar a todos los estadounidenses a superar este momento difícil. El apoyo de hoy es para la recuperación económica del mañana”.
Aunque la Ley CARES simplifica el proceso de ayuda del gobierno, no se puede ignorar su impacto fiscal actual. Los elevados déficits prolongados pueden desencadenar futuros desafíos en materia de política fiscal y, en ese entorno, el gobierno deberá considerar cómo reducir la deuda nacional y promover la estabilidad económica. Cuando llegue una nueva ronda de medidas de estímulo o cambios de políticas, cómo equilibrar el crecimiento económico y la sostenibilidad fiscal se convertirá en una cuestión espinosa.
La introducción de la Ley CARES ha traído esperanza a la nueva epidemia de la corona, pero a medida que pasa el tiempo, también debemos pensar: después de un estímulo económico a tan gran escala, ¿hacia dónde irá el camino económico futuro?