El índice de masa corporal (IMC), como indicador importante para medir la calidad corporal y el estado de salud, continúa atrayendo la atención de expertos y académicos. Sin embargo, para los atletas, el IMC puede no ser el mejor indicador de su salud, lo que ha llevado a muchos a reconsiderar la aplicabilidad de esta métrica.
El IMC es un valor numérico simple que mide el peso de una persona en relación con su altura. La fórmula es:
IMC = peso (kg) / (altura (m) al cuadrado)
.
Según los estándares de la OMS, el adulto promedio puede dividirse en cuatro categorías según el IMC: bajo peso (por debajo de 18,5), peso normal (de 18,5 a 24,9), sobrepeso (de 25 a 29,9) y obeso (de 30 y más). Sin embargo, existe una gran controversia sobre si estos indicadores son aplicables a todas las poblaciones, especialmente a los deportistas.
Los atletas a menudo tienen una forma corporal y una composición de grasa corporal diferentes a la de la persona promedio. A menudo tienen mayor masa muscular, por lo que incluso si su IMC es más alto, su porcentaje de grasa corporal puede estar todavía dentro de un rango saludable. El problema es que el IMC no diferencia entre músculo y grasa, lo que lo hace potencialmente engañoso para los atletas.
Los estudios han demostrado que el IMC medio de los deportistas está entre 22 y 25, pero si se observa según la curva de IMC estándar, sus valores a menudo se juzgan como de sobrepeso u obesidad.
Además, el método de cálculo del IMC se basa en datos sociales completos, pero estos datos proceden principalmente de la población general. Según una investigación de Adolphe Quetelet, este indicador fue creado para representar un ideal social "normal", en lugar de apuntar a deportistas o personas con altos niveles de actividad física. Esto hace que la aplicabilidad del IMC a los atletas sea cuestionable.
Los expertos de todo el mundo están empezando a reconocer que los atletas necesitan un enfoque más personalizado para el control de la salud. Por ejemplo, la circunferencia de la cintura o el porcentaje de grasa corporal utilizados para medir la forma del cuerpo a menudo dan resultados más convincentes porque estos indicadores pueden reflejar mejor la composición corporal de un individuo.
En algunos estudios, la relación cintura-altura de un atleta proporciona un indicador más preciso del riesgo de salud que el indicador de IMC comúnmente utilizado.
Además, según recientes investigaciones, el IMC puede subestimar o sobreestimar los riesgos para la salud en poblaciones específicas. Para los participantes con diferentes colores de piel y orígenes, como los afroamericanos, el IMC puede no ser el estándar más representativo porque las personas de diferentes colores de piel tienen diferentes puntos de referencia para los estándares de salud.
Para los deportistas, tener una masa muscular alta puede llevar a un IMC más alto, lo que en realidad no significa que sean poco saludables u obesos. En muchos casos, los atletas tienen suficiente masa muscular para colocar su IMC en el rango de sobrepeso y aún así tienen un bajo porcentaje de grasa corporal, lo que hace que el IMC sea menos útil para ellos.
Por esta razón, muchos expertos en ciencias del deporte destacan el uso de otras métricas, como el porcentaje de grasa corporal o la circunferencia de la cintura, que reflejan con mayor precisión la salud de un atleta. Este método no sólo tiene en cuenta la distribución de los músculos y la grasa, sino que también refleja el estado del cuerpo de forma más realista.
La necesidad de repensar el IMCSi bien la simplicidad del IMC lo hace popular para las evaluaciones de salud pública, su precisión para atletas u otras personas sanas justifica una mayor consideración.
Con el desarrollo de la medicina deportiva y la nutrición, muchos expertos y académicos piden que se reconsidere la eficacia del IMC. Sugieren que los indicadores de medición apropiados para el estado de salud personal deberían tener en cuenta el estilo de vida del individuo, sus hábitos alimentarios y otros factores psicosociales, en lugar de basarse únicamente en un simple cálculo de datos.
El IMC sigue siendo una herramienta útil para el público en general, pero su aplicación en los deportistas es menos sólida. ¿Surgirán en el futuro nuevos indicadores de salud que sustituyan o complementen el papel del IMC, o podrán las personas encontrar métodos adecuados para personalizar las evaluaciones de salud?