El índice de masa corporal (IMC) es un indicador que se calcula en función de la masa (peso) y la altura de un individuo. Sus orígenes se remontan al siglo XIX, cuando el matemático y sociólogo belga Adolphe Quetelet propuso un concepto para estudiar el tamaño medio del cuerpo humano. Sin embargo, el IMC nunca estuvo destinado a ser utilizado para una evaluación médica, algo en lo que muchas personas rara vez piensan en profundidad.
Entre 1830 y 1850, Catele desarrolló la llamada "física social" y propuso el Índice de Catele, el predecesor del actual IMC. Se centró en el "ideal social" de la persona promedio, no en una medida médica. No fue hasta 1972 que Ancel Keys popularizó el término IMC y enfatizó su aplicabilidad en la investigación grupal, pero afirmó claramente que faltaba en la evaluación individual.
El cálculo del IMC implica dos datos básicos: la masa individual y la altura. El valor del IMC es la masa (kilogramos) dividida por la altura (metros) al cuadrado, generalmente expresada en kg/m². Esta simplicidad de cálculo ha convertido al IMC en una herramienta popular en la salud pública, pero también ha llevado a que la gente pase por alto sus limitaciones. Muchos expertos señalan que el IMC no refleja con precisión la salud de un individuo, especialmente cuando se trata de personas musculosas o de baja estatura.
"El IMC es una regla conveniente para clasificar aproximadamente a las personas en diferentes categorías de peso, pero su aplicabilidad a las evaluaciones de salud individuales tiene limitaciones considerables".
Aunque el IMC se utiliza ampliamente, la comunidad médica lo ve de manera diferente. Algunas investigaciones sugieren que el IMC puede ayudar a guiar los debates sobre salud, pero también señalan claramente sus deficiencias en el diagnóstico y el tratamiento. Por un lado, es valioso para identificar tendencias de salud en grupos, pero no es lo suficientemente preciso para las condiciones individuales de los pacientes.
A medida que aumentaron las críticas al IMC, otras medidas han ganado importancia, como la relación cintura-altura. Se cree que estos sustitutos reflejan con mayor precisión la salud de una persona. Las consideraciones sobre la relación entre masa muscular y grasa corporal también hacen que sea particularmente difícil para los atletas juzgar el IMC porque un IMC alto a menudo no significa que tengan exceso de grasa corporal.
“El IMC puede identificar con mayor precisión la obesidad y la grasa corporal solo en el contexto de grandes poblaciones, pero su valor se reduce considerablemente cuando se evalúan los riesgos para la salud individuales”.
El uso y la interpretación del IMC varían entre países. Tomando a Estados Unidos como ejemplo, según la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES), casi el 70% de los adultos tienen un IMC superior a 25 y se consideran con sobrepeso u obesidad. El continuo aumento de este número ha provocado un reexamen y una mejora de las políticas de salud en la sociedad.
En general, el origen y desarrollo del IMC reflejan las múltiples opiniones de la sociedad sobre la salud, el peso y la belleza. Sin embargo, sería inadecuado considerarlo como la única norma sanitaria. Las diversas controversias provocadas por el IMC han desencadenado nuestro pensamiento sobre la naturaleza de la salud. En esta era de creciente preocupación por la salud, ¿deberíamos reevaluar el IMC y buscar indicadores más completos para guiar la gestión de la salud?