El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple y ampliamente utilizado que combina la altura y el peso de un individuo para evaluar la forma del cuerpo de una persona. Este indicador ha atraído cada vez más atención en la sociedad moderna. Sin embargo, rara vez se conoce el verdadero origen del IMC y la lógica matemática detrás de él. A partir del matemático belga Adolphe Quetelet, a mediados del siglo XIX, se comprometió a utilizar las matemáticas para describir fenómenos sociales y nació el BMI.
Quitelet cree que a través del concepto de "ideal social", las personas pueden utilizar las matemáticas para explorar y comprender el comportamiento social y las leyes detrás de él.
El trabajo de Quitelet se centra en desarrollar un concepto de "hombre promedio" y utilizar esta teoría para derivar la forma corporal ideal. Su objetivo no era establecer un IMC para la evaluación médica, sino encontrar una manera de cuantificar este "ideal social". Este punto se amplió y desarrolló continuamente en estudios posteriores, hasta llegar a formar el IMC actual y convertirse en un importante indicador de salud pública.
En 1972, Ancel Keys introdujo oficialmente el nombre BMI y comenzó a ser ampliamente utilizado. Keith señala que incluso si el IMC no es perfecto, es al menos tan eficaz como un índice de obesidad relativa en comparación con otros índices de masa corporal. Debido a la simplicidad del cálculo del IMC, rápidamente se ha convertido en una herramienta para que los médicos evalúen inicialmente el peso corporal.
“El uso del IMC en la salud pública se ha vuelto popular, lo que nos permite hablar más rápidamente con los pacientes sobre su peso”.
El IMC clasifica a los adultos según diferentes rangos numéricos: bajo peso (menos de 18,5), peso normal (18,5 a 24,9), sobrepeso (25 a 29,9) y obesidad (30 y más). Pero a medida que el uso de esta herramienta se vuelve más popular, cada vez más estudios señalan sus limitaciones. Por ejemplo, el IMC no puede evaluar con precisión la proporción entre músculo y grasa de un individuo, especialmente en el caso de los atletas.
Los atletas suelen tener un índice de IMC alto debido a una mayor masa muscular, por lo que confiar únicamente en el IMC para evaluar los problemas de peso obviamente no es suficiente.
En referencia a las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen diferencias geográficas y étnicas en los estándares de IMC. No sólo los diferentes grupos étnicos tienen diferentes proporciones de grasa corporal, sino que incluso diferentes subgrupos del mismo grupo étnico pueden tener diferentes riesgos para la salud con un determinado valor de IMC. Por ejemplo, entre los asiáticos, los límites de IMC saludables suelen ser relativamente bajos, y algunos países como Singapur han establecido estándares de IMC aún más específicos.
Aunque el IMC es un indicador ampliamente utilizado, gradualmente han surgido varias limitaciones asociadas con él. Por ejemplo, el IMC no tiene en cuenta factores como el tamaño de la estructura, la masa muscular y la edad de un individuo, lo que complica su aplicabilidad entre individuos. En algunos casos, un IMC alto puede no significar mala salud, pero puede ocultar una mayor vitalidad.
La mayoría de los expertos advierten que el IMC sólo puede utilizarse como un aspecto del estado de salud y que no se debe confiar demasiado en este indicador para juzgar la salud de un individuo.
Según múltiples estudios de gran tamaño, el aumento del IMC no siempre va acompañado de mayores riesgos para la salud. Algunos estudios indican que muchas personas etiquetadas como con sobrepeso en el rango de IMC de 23 a 29 en realidad no tienen un mayor riesgo de muerte prematura. Lo que esto nos dice es que la relativa simplificación del IMC como herramienta de análisis de la salud puede reflejar muchas verdades ambiguas.
Con la creciente conciencia sobre la salud en la sociedad moderna, ha aumentado la demanda de revisión y mejora del IMC. Cada vez más expertos sugieren que, además del IMC, se deberían introducir más estándares de evaluación de la composición corporal para obtener un estado de salud más preciso. Se están estudiando en profundidad medidas alternativas, como la relación cintura-altura, que pueden proporcionar una medida más granular de los riesgos para la salud de la obesidad.
Debemos preguntarnos: En la búsqueda de la salud, ¿deberíamos etiquetar la forma de nuestro cuerpo?