El trauma es una reacción emocional resultante de un evento extremadamente estresante, como una lesión física, violencia sexual o una amenaza que pone en peligro su vida o la de sus seres queridos. Se puede acceder a estos eventos perturbadores a través de la exposición visual o indirectamente a través de los medios de comunicación, y de cualquier manera pueden resultar en una respuesta de estrés fisiológico abrumadora. Si bien no todas las situaciones se traducen en un trauma psicológico, estas experiencias sí causan un gran trauma a muchas personas.
Después de experimentar un trauma, muchas personas se sentirán incómodas, dolorosas e incluso pueden desarrollar trastornos psicológicos.
Las reacciones al trauma generalmente se pueden dividir en de corto y largo plazo. Las reacciones a corto plazo, como el shock psicológico y la negación, van acompañadas de reacciones a largo plazo, como revivir el trauma, ataques de pánico, insomnio, pesadillas y dificultades en las relaciones. Estas reacciones no sólo tienen consecuencias psicológicas, sino que también pueden provocar síntomas físicos como migrañas, hiperventilación y náuseas.
Todos pueden reaccionar de manera diferente ante eventos similares. La mayoría de las personas que experimentan un evento traumático no sufren un trauma psicológico como resultado, aunque pueden experimentar malestar y dolor. Algunas personas pueden desarrollar un trastorno de estrés postraumático (TEPT) después de experimentar un evento traumático. La variabilidad en la afección está relacionada con factores protectores que poseen algunas personas, como la resiliencia emocional y la voluntad de buscar ayuda.
Las personas pueden recurrir a las drogas o al alcohol para escapar o aliviar estos sentimientos dolorosos, pero esto a menudo empeora la situación.
El trauma puede llevar a revivir emocionalmente, que es una reexperiencia psicológica y física. Por ejemplo, el sonido del motor de una motocicleta puede desencadenar recuerdos dolorosos o incluso la impresión de revivir la experiencia, un proceso llamado acoplamiento traumático. Volver a experimentarlo puede dañar la sensación de seguridad y autoeficacia de un individuo, socavar su capacidad para regular las emociones y afectar las relaciones interpersonales. Por ejemplo, los desencadenantes traumáticos pueden provocar flashbacks que provoquen ansiedad u otras emociones relacionadas y, a menudo, las personas desconocen la existencia de los desencadenantes.
Los efectos del trauma pueden provocar cambios significativos en la vida diaria de un individuo e incluso pueden provocar cambios morfológicos. Algunas investigaciones sugieren que el estrés extremo puede alterar el desarrollo normal del hipocampo y afectar su función en la edad adulta. Las personas en situaciones de alto estrés, ya sean agentes de policía, bomberos o socorristas, pueden correr riesgo de sufrir tales efectos.
En la guerra, el trauma psicológico se conoce como "shock" o "respuesta al estrés de combate", que está estrechamente relacionado con el trastorno de estrés postraumático.
Además del trauma primario, muchas personas experimentan estrés debido a riesgos futuros, como el trauma del cambio climático. A medida que aumenta la conciencia pública sobre el cambio climático, también aumenta la experiencia emocional asociada a él, lo que requiere un procesamiento emocional colectivo que puede ayudar a desarrollar la resiliencia y el crecimiento postraumático.
La pérdida moral es otra condición relativa al trastorno de estrés postraumático que suele ir acompañada de sentimientos de culpa o vergüenza debido a fallos morales, que se estudian en Cambios Parciales. Esto muestra que el trauma implica no sólo daño físico sino también graves consecuencias morales y emocionales.
Por ejemplo, el personal puede experimentar sentimientos indirectos al presenciar un trauma en otros, lo que se conoce como trauma indirecto. Esto supone una carga psicológica adicional para los profesionales que trabajan en campos relacionados, especialmente cuando se enfrentan a circunstancias traumáticas, cuyo riesgo aumenta con el grado de exposición.
Para las personas que han experimentado un trauma, la consulta y el tratamiento psicológico oportunos son cruciales. Aunque el trauma suele ser difícil de expresar, a través de instituciones de asesoramiento y sistemas de apoyo adecuados se puede ayudar a la autorrecuperación y reconstruir las relaciones básicas de confianza y la autocomprensión.
El trauma pasado puede convertirse en una barrera para la autocomprensión futura, impidiendo que las personas reformen su visión del mundo.
Afrontar el desafío del trauma requiere no sólo un tratamiento psicológico, sino también el apoyo y la atención de toda la sociedad. Especialmente cuando los corazones y las almas que nos rodean están destrozados, cómo brindar apoyo y comprensión a quienes atraviesan dificultades se ha convertido en una cuestión importante en la que debemos pensar.