La prueba de esfuerzo cardíaco es un examen cardiológico diseñado para evaluar la respuesta del sistema cardiovascular al estrés externo en un entorno clínico controlado. Esta respuesta al estrés puede desencadenarse mediante actividad física (generalmente en una cinta de correr) o medicamentos intravenosos que aumentan la frecuencia cardíaca. A medida que el corazón trabaja gradualmente más, el personal médico controlará el ritmo eléctrico del corazón y la electrofisiología más amplia con un electrocardiograma (ECG). El personal clínico también controla la frecuencia del pulso, la presión arterial y síntomas como malestar en el pecho o fatiga.
La presión arterial, la frecuencia cardíaca, el electrocardiograma o el empeoramiento de los síntomas físicos anormales pueden indicar enfermedad de las arterias coronarias.
Las pruebas de esfuerzo cardíaco no diagnostican con precisión todos los casos de enfermedad de las arterias coronarias y, a menudo, muestran resultados en personas que no padecen la enfermedad. Además, esta prueba puede detectar anomalías en el corazón, como arritmias y afecciones que afectan la conducción eléctrica dentro del corazón, como varios tipos de bloqueos de rama.
A veces, la prueba de esfuerzo se realiza junto con un ecocardiograma. Esta ecografía se realiza antes y después del ejercicio para comparar diferencias estructurales. Antes de realizar la prueba de esfuerzo se obtiene una imagen ecográfica del corazón en reposo. Las ecografías del corazón "estresado" se realizan después del estrés inducido por el ejercicio o las drogas (generalmente dopamina). Se utiliza una comparación entre los dos para detectar obstrucciones en la enfermedad de las arterias coronarias.
La prueba de esfuerzo cardiopulmonar es una prueba que mide simultáneamente los gases respiratorios (p. ej., saturación de oxígeno, consumo máximo de oxígeno). Esta prueba se utiliza a menudo para evaluar la dificultad para respirar, la preparación para el trasplante de corazón y el pronóstico y evaluación de riesgos en pacientes con insuficiencia cardíaca. Esta prueba también se usa comúnmente en ciencias del deporte para medir el consumo máximo de oxígeno de un atleta (VO2 máx).
En 2016, la Asociación Estadounidense del Corazón emitió una declaración científica oficial defendiendo la aptitud cardiorrespiratoria (cuantificable como VO2 máximo) como un signo vital clínico que debe evaluarse periódicamente.
Las pruebas de estrés nucleares utilizan cámaras gamma para obtener imágenes de isótopos radiactivos inyectados en el torrente sanguíneo. El ejemplo más conocido son las imágenes de perfusión miocárdica. Normalmente, se puede inyectar un marcador radiactivo (Tc-99 o azufre-210) durante la prueba. Después de un tiempo de espera adecuado para garantizar la distribución adecuada del marcador, se obtiene una exploración y se captura una imagen del flujo sanguíneo con una cámara gamma. Al presentar las cantidades relativas de isótopos radiactivos en el músculo cardíaco, las pruebas de esfuerzo nuclear pueden identificar con mayor precisión áreas de flujo sanguíneo local reducido.
La Asociación Estadounidense del Corazón recomienda la prueba de ECG en cinta rodante para pacientes con riesgo intermedio de enfermedad coronaria. En 2013, la AHA señaló en sus "Estándares de ejercicio para pruebas y entrenamiento" que la realización del análisis QRS de alta frecuencia en las pruebas de ECG en cinta rodante es útil para detectar enfermedades coronarias. En algunos pacientes, la prueba de esfuerzo de perfusión marcada con 99mTc también puede ser apropiada, especialmente aquellos con ECG en reposo anormales.
La Asociación Estadounidense del Corazón y la Asociación Estadounidense del Corazón recomiendan métodos comunes de prueba de esfuerzo cardíaco y ofrecen una variedad de formas de evaluar la salud del corazón.
Sin embargo, una prueba de esfuerzo cardíaco es una evaluación inicial de los problemas cardíacos y no debe considerarse una solución para todos los problemas. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), un primer síntoma común de la enfermedad de las arterias coronarias es un ataque cardíaco, y las pruebas de esfuerzo cardíaco pueden tener un poder predictivo limitado para futuros ataques cardíacos en muchos sujetos.
No se recomiendan las imágenes de estrés cardíaco para pruebas de rutina en pacientes asintomáticos y de bajo riesgo. Muchas organizaciones médicas no recomiendan esta prueba a menos que existan signos de alto riesgo. Las contraindicaciones absolutas para las pruebas de esfuerzo cardíaco incluyen afecciones como infarto agudo de miocardio, angina inestable y complicaciones graves.
Los efectos secundarios de una prueba de esfuerzo cardíaco incluyen palpitaciones, dolor en el pecho, infarto de miocardio, dificultad para respirar, dolor de cabeza, náuseas o fatiga. Los trazadores radiactivos utilizados presentan un ligero riesgo de cáncer porque son químicamente cancerígenos. El uso continuo produce un pequeño riesgo de cáncer.
Las pruebas de estrés con fármacos se basan en la interceptación de las arterias coronarias. Se pueden utilizar medicamentos como la adenosina o el dobutol para ejercer presión sobre el corazón cuando un paciente no puede realizar un nivel adecuado mediante el ejercicio y, a menudo, se eligen para pacientes con condiciones especiales. La selección de medicamentos durante este proceso debe tener en cuenta posibles interacciones farmacológicas y condiciones comórbidas.
Las pruebas de esfuerzo cardíaco se han utilizado desde la década de 1960 como parte de la evaluación diagnóstica y pronóstica. Con el tiempo, a medida que los factores que afectan el riesgo de muerte cambiaron, el uso de las pruebas de esfuerzo cardíaco evolucionó.
Como ocurre con cualquier procedimiento de diagnóstico médico, los datos obtenidos de una prueba de esfuerzo son sólo un resultado instantáneo. ¿Consideraría incorporar estas pruebas en sus controles de salud habituales para prevenir posibles problemas cardíacos?