El pensamiento dividido, también conocido como pensamiento binario o pensamiento extremo, es un estilo cognitivo que divide a las personas, cosas o ideas en dos categorías: "buenas" o "malas". Esta forma de pensar fue propuesta por primera vez por el psicólogo Ronald Fairburne en 1952 y está asociada con la incapacidad de los bebés para integrar los rasgos buenos y malos de sus padres. Este mecanismo psicológico existe en muchos trastornos mentales, especialmente en el trastorno límite de la personalidad (TLP) y el trastorno narcisista de la personalidad (TNP).
La esquizofrenia a menudo se manifiesta como la incapacidad del individuo para integrar las impresiones positivas y negativas de sí mismo y de los demás.
El surgimiento del pensamiento dividido es un aspecto importante del crecimiento humano. Puede que inicialmente sea un proceso normal de desarrollo psicológico en la infancia, pero a medida que el individuo crece, este patrón de pensamiento puede seguir afectando la capacidad del adulto para establecer y mantener relaciones interpersonales.
Las personas con trastorno límite de la personalidad tienden a ser más sensibles en las interacciones sociales y emocionales. Cuando perciben las reacciones emocionales de los demás, tienden a verlas como completamente buenas o completamente malas y carecen de comprensión hacia los demás. Esto no sólo hace que sus relaciones sean inestables, sino que también puede provocar que experimenten cambios de humor extremos en situaciones sociales.
"Para las personas con TLP, tener relaciones estables es un desafío. La idealización y devaluación constantes les dificulta establecer vínculos duraderos con otras personas".
El pensamiento dividido se manifiesta de diferentes maneras en las distintas etapas de la vida interpersonal de una persona. Para los adolescentes, este tipo de pensamiento puede llevar a cambios emocionales extremos en las interacciones dentro de las amistades y a una tendencia a sentirse rechazados cuando son criticados. El impacto en los adultos puede ser más profundo. Muchas personas sienten una tensión invisible en sus relaciones íntimas, preocupadas de que sus parejas sean menospreciadas en cualquier momento por cuestiones triviales, lo que a su vez se refleja en sus patrones de comunicación. .
La psicoterapia especializada, como la terapia dialéctica conductual (DBT), también se ha convertido en una forma eficaz de tratar este problema. La terapia ayuda a los pacientes a aprender cómo regular sus emociones y cómo desarrollar patrones de relaciones más saludables. Esto significa que quienes experimentan pensamiento dividido necesitan aprender a enfrentar partes de la realidad en lugar de simplemente categorizar otras.
"Un tratamiento eficaz enseña a los pacientes cómo considerar sus relaciones con los demás y los anima a ser más flexibles en sus actitudes hacia ellos mismos y hacia los demás".
Sin embargo, este proceso no es fácil, especialmente para pacientes que están traumatizados por experiencias clínicas pasadas. Los efectos de la separación también tienen un efecto dominó en sus interacciones con quienes los rodean, llenando sus círculos sociales con una sensación de malestar y ansiedad.
No sólo las personas que apoyan al paciente también deben aprender a afrontar estas dificultades. Necesitan aprender a mantener límites en torno al comportamiento inapropiado y al mismo tiempo respetar los sentimientos del paciente, lo cual es extremadamente difícil.En la terapia, ya sea terapia familiar o psicoterapia individual, las experiencias emocionales repetidas pueden afectar la eficacia del tratamiento. Por lo tanto, un sistema de apoyo estable y una comunicación abierta son la base para reconstruir la confianza.
“Una relación estable debe construirse a través de una comunicación y comprensión constantes, lo cual no es sólo responsabilidad del paciente, sino que también implica la participación de quienes lo rodean”.
En última instancia, el pensamiento dividido no sólo afecta la identidad propia de un individuo, sino que también tiene un impacto directo en cómo percibe e interactúa con el mundo. Las experiencias pasadas se perpetúan por la inestabilidad en las relaciones interpersonales, lo que afecta aún más la visión básica del individuo sobre las interacciones interpersonales. ¿Se puede romper este círculo vicioso? Todavía se requieren esfuerzos continuos y profundos y una reflexión por parte de todos.