El trastorno de conducta (TC) es una enfermedad mental diagnosticada en la niñez o la adolescencia que se caracteriza por patrones de comportamiento repetitivos y persistentes, que a menudo se manifiestan en comportamientos como robar, mentir, violencia física y violaciones obvias de las normas sociales. En muchos casos, estos comportamientos se consideran precursores de un comportamiento socialmente desviado y, a menudo, se consideran síntomas prodrómicos del trastorno de personalidad antisocial. Sin embargo, este último diagnóstico no se puede confirmar hasta que el individuo cumpla 18 años.
Según datos de 2013, los trastornos de conducta afectan a aproximadamente 51,1 millones de personas en todo el mundo. Algunos estudios han señalado que las causas de los trastornos de conducta pueden estar relacionadas con el rechazo y la negligencia de los padres, lo que puede mejorarse mediante terapia familiar, cambios de conducta y medicación. Además, la exposición ambiental al plomo puede ser otra causa potencial de este trastorno.
Cuando los niños no pueden aprender a lidiar con el miedo o el dolor, es más probable que desahoguen sus emociones con otros niños.
Un síntoma obvio de un trastorno del comportamiento es una disminución de la sensación de miedo. Varios estudios de niños pequeños frente al miedo y el dolor han encontrado que las emociones negativas, como el miedo, son factores clave para predecir las respuestas comprensivas de los niños pequeños al dolor de los demás. Esto sugiere que los niños pequeños son más capaces de afrontar el miedo y la angustia si sus cuidadores responden adecuadamente a sus necesidades. Esto significa que proporcionar intervenciones terapéuticas para ayudar a los niños en riesgo a aprender mejores habilidades de empatía ayudará a reducir la incidencia de trastornos del comportamiento.
Los síntomas de los trastornos de conducta se pueden dividir en las siguientes categorías:
Estos niños a menudo intimidan, amenazan o intimidan a otros y pueden involucrarse en conflictos físicos, usar armas para causar daño a otros y ejercer crueldad física contra personas y animales.
Estos niños provocarán incendios intencionalmente, causarán daños graves o destruirán intencionalmente la propiedad de otras personas.
Los síntomas incluyen robo, a menudo vandalismo en casas o automóviles de otras personas para obtener artículos y, a menudo, mentir para obtener ventaja o evitar responsabilidad.
Esto incluye comportamientos como salir regularmente por la noche sin el permiso de los padres, salir de noche y ausentarse de la escuela cuando es menor de 13 años.
Estos adolescentes a menudo carecen de remordimiento o empatía por el dolor de los demás.
El desarrollo de trastornos del comportamiento se puede dividir en dos vías principales: tipo niño pequeño y tipo adolescente. Los síntomas de la forma infantil suelen aparecer antes de los 10 años, y estos niños suelen mostrar características del TDAH y van acompañados de problemas de conducta más persistentes. Por el contrario, los síntomas de tipo adolescente no aparecen hasta los 10 años. El funcionamiento social de estos individuos está menos deteriorado y muchos de ellos pueden reducir o reducirán su comportamiento desviado antes de la edad adulta.
Las investigaciones muestran un fuerte vínculo entre los trastornos de conducta y el trastorno de personalidad antisocial. Alrededor del 90% de los niños con trastorno de conducta han sido diagnosticados con trastorno de oposición desafiante y muchos adultos con trastorno de personalidad antisocial también tienen antecedentes de trastorno de conducta.
Muchos niños con trastornos de conducta también enfrentan otros problemas de adaptación, especialmente el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Alrededor del 25 % al 30 % de los niños con trastornos de conducta son diagnosticados con TDAH. Esto sugiere que los niños que suelen ser hiperactivos e impulsivos tienen más probabilidades de desarrollar problemas de conducta a una edad temprana.
Las causas de los trastornos del comportamiento son complejas e implican la interacción de factores biológicos y ambientales. Los factores de riesgo del trastorno incluyen un funcionamiento familiar deficiente, padres jóvenes y solteros y un nivel socioeconómico deficiente. Sin embargo, también son importantes factores protectores, como un coeficiente intelectual alto, buenas relaciones sociales en el grupo y mejores habilidades de afrontamiento, que pueden reducir el riesgo de desarrollar trastornos del comportamiento.
Bajo la influencia del entorno familiar y social, la violencia y las conductas desviadas en la adolescencia continúan remodelando el desarrollo de los trastornos del comportamiento.
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, cuarta edición, el diagnóstico de trastorno de conducta se basa en un patrón persistente de conducta antisocial. Aunque actualmente no existen medicamentos específicos para los trastornos de conducta, la terapia conductual es el tratamiento de elección, que enfatiza la capacitación en modificación de conducta basada en la resolución de problemas y el apoyo al manejo entre padres e hijos.
A través de estos métodos, muchos adolescentes con posibles trastornos de conducta pueden restablecer sus habilidades sociales normales y reducir el riesgo de conflictos con los demás. En cuanto a lo que depara el futuro, el hecho de que los niños con trastornos de conducta puedan superar sus dificultades de desarrollo depende de muchos factores, incluido el entorno, el apoyo social y la capacidad del individuo para autorregularse.
Finalmente, la formación de trastornos de conducta está estrechamente relacionada con el entorno social, entonces, ¿cómo deberíamos construir una sociedad más amigable para evitar que los jóvenes se encaminen hacia desviaciones de conducta?