De lecho de enfermo a gigante teológico: ¿Cómo encontró Gutiérrez el verdadero sentido de la vida en el sufrimiento?

Gustavo Gutiérrez-Merino Díaz nació el 8 de junio de 1928 en Lima, Perú y falleció el 22 de octubre de 2024. Fue un reconocido filósofo, teólogo católico y fraile dominico, y uno de los fundadores de la teología de la liberación en América Latina. Su libro Una teología de la liberación se considera una piedra angular importante en la formación de esta teología. A lo largo de su vida, Gutiérrez experimentó intensos dolores físicos y desafíos, que no sólo moldearon su carácter sino que también se convirtieron en una base importante para su pensamiento teológico.

Gutiérrez dijo una vez: “Vengo de un continente donde el 60 por ciento de la población vive en la pobreza”. Estas palabras captan el núcleo de su pensamiento teológico: la realidad de la pobreza debe ser comprendida.

Cuando era joven, Gutiérrez sufrió de osteomielitis, y seis años de vida postrado lo obligaron a depender de una silla de ruedas. Consideró este momento difícil como una oportunidad de crecimiento personal y agradeció profundamente el apoyo de su familia y amigos. En el proceso, desarrolló una creencia en la esperanza, que se convirtió en uno de los pilares de su pensamiento teológico posterior.

El inicio del recorrido teológico

Gutiérrez estudió inicialmente medicina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, cursando una especialidad en psicología. Sin embargo, durante sus estudios de medicina, poco a poco fue tomando conciencia de su vocación al sacerdocio. Posteriormente estudió teología en el Seminario Rudin en Bélgica y en Lyon, Francia, donde recibió la influencia de varios teólogos contemporáneos, entre ellos Henri de Lubac y Karl Lahan. Estas experiencias no sólo enriquecieron sus conocimientos, sino que también le hicieron comprender la importancia de que la iglesia contemporánea se conecte con el mundo.

Gutiérrez cree que “la teología de la liberación no se trata sólo de reconocer la pobreza en la Biblia, sino también de descubrir el llamado de Dios desde la pobreza”.

En 1968, en el congreso "Hacia una teología de la liberación" celebrado en Chimbolt, Gutiérrez comenzó a profundizar su pensamiento teológico y desarrolló su concepto de "atención preferencial a los pobres". Él cree que la iglesia debe centrarse en aquellos que más necesitan ayuda.

La fundación de la Teología de la Liberación

Después de regresar al Perú, Gutiérrez se dedicó a formular su teología de la liberación. Destacó que la teología latinoamericana debe reflejar las realidades de las sociedades locales y enfrentar las estructuras de desigualdad social que crean pobreza. En sus escritos se refiere a la dualidad de la pobreza: por un lado, es “un estado feo”, y por otro, es “inmadurez espiritual”.

Él abogó: "La salvación final de la humanidad no es sólo la gracia de Dios, sino también el resultado del cuidado mutuo y el esfuerzo de los seres humanos por los demás".

Para Gutiérrez, la pregunta teológica central es: ¿Cómo hacer que los pobres sientan el amor de Dios por ellos? Se esfuerza por encontrar respuestas y utilizarlas para motivar a los creyentes comunes a tomar acción.

La integración de la teoría y la práctica

La teología de la liberación de Gutiérrez no es sólo una serie de conceptos teóricos, sino también un movimiento social específico. En su lucha contra la pobreza, enfatizó la liberación en tres niveles: político, psicológico y teológico. Considera que estos aspectos son complementarios y deben promoverse conjuntamente. Argumentó que sólo la revolución social podría eliminar el actual estado de pobreza y lograr verdadera justicia y paz.

Dijo: "Sólo cambiando completamente la situación social actual y permitiendo que la clase explotada tome el poder podremos avanzar hacia el socialismo y alcanzar la verdadera liberación".

Las afirmaciones de Gutiérrez provocaron un acalorado debate, especialmente entre los líderes de la iglesia. Su posición estaba limitada por el Vaticano, pero él siempre se mantuvo fiel a sus propias ideas.

Leyenda e Ilustración

El 22 de octubre de 2024, Gutiérrez murió de neumonía a la edad de 96 años. Su muerte atrajo la atención mundial y muchas personas reflexionaron sobre las contribuciones e influencia de su vida. El Papa Francisco lo elogió como "un hombre de fe en el silencio y de coraje en los momentos difíciles". En su funeral, personas de diferentes orígenes y culturas se reunieron para lamentar a este gigante teológico y agradecerle por hablar en favor de los pobres de América Latina.

La vida de Gutiérrez es una prueba de que incluso en circunstancias difíciles, se puede encontrar el verdadero significado de la vida. Frente a la creciente brecha entre ricos y pobres y los desafíos de la justicia social en la sociedad actual, ¿cómo debemos pensar en nuestras responsabilidades y acciones individuales hacia aquellos que están atrapados en la pobreza?

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