A medida que crecen los problemas ambientales, muchos economistas y responsables políticos están recurriendo a nuevos métodos para evaluar el valor de los recursos naturales. La valoración contingente, como técnica económica basada en encuestas, se centra en la valoración de recursos no comerciales y está ganando cada vez más atención, especialmente en la protección del medio ambiente.
Esta técnica permite a las personas expresar, a través de encuestas, la cantidad que estarían dispuestas a pagar para proteger o mantener una característica ambiental, como la biodiversidad. Se basa en la utilidad percibida por los individuos para el medio ambiente, lo que significa que incluso si ciertos recursos no tienen un precio de mercado, las personas aún pueden obtener valor de ellos. Por ejemplo, aunque contemplar una hermosa vista a la montaña no se puede cuantificar directamente en términos monetarios, no se puede ignorar el deseo que la gente tiene de disfrutarla.
Las encuestas de intención de pago pueden medir la demanda de estos recursos no comerciales, lo que es particularmente importante cuando los mercados tradicionales no pueden medirlos eficazmente.
La teoría del pago intencionado fue propuesta por primera vez por S.V. Ciriacy-Wantrup en 1947 y luego aplicada en la práctica por Robert K. Davis en 1963 para estimar el valor que los cazadores y los turistas asignan a una zona silvestre en particular. Su investigación, que formó parte de su tesis doctoral en la Universidad de Harvard, mostró una buena correlación entre los resultados de la encuesta y las estimaciones basadas en los costos de viaje.
Aunque los pagos por intención están ganando aceptación, muchos economistas siguen siendo escépticos respecto de este enfoque. Las primeras encuestas sobre intención de pago solían incluir preguntas abiertas como “¿Cuánta compensación le gustaría recibir si se destruyera el área X?”. Esta forma de pregunta puede tener diversos defectos, entre ellos, el comportamiento estratégico y la falta de consideración de las restricciones de ingresos. . Los críticos señalaron que los resultados de las primeras encuestas reflejaban más las preferencias generales de la gente por el gasto ambiental que el valor de recursos ambientales específicos.
Las encuestas de intención de pago en etapas iniciales pueden no reflejar con precisión las percepciones reales del valor económico de los participantes y, por lo tanto, requieren un diseño y controles específicos.
Gracias a metodologías mejoradas, la intención de pago es ahora ampliamente aceptada en los Estados Unidos, particularmente en los análisis de costo-beneficio de los impactos ambientales. Por ejemplo, los gobiernos suelen utilizar esta técnica para determinar el valor al presupuestar proyectos que afectan la calidad del agua y la restauración ecológica. El uso de la intención de pago no se limita a los Estados Unidos. También se ha utilizado en el Parque Nacional Kakadu de Australia y en la tasación de ciertas propiedades abandonadas en los Estados Unidos.
"El pago intencional no sólo proporciona un punto de partida fiable para la evaluación del proceso judicial, sino que también se ha aplicado con éxito en casos de alto perfil".
A medida que aumenta la conciencia de la gente sobre la protección del medio ambiente, se espera que la tecnología y la aplicación del pago por intención evolucionen aún más. Muchos economistas creen que la mejora de los métodos y diseños de encuesta hará que esta herramienta sea cada vez más importante en los tribunales y en la formulación de políticas, reflejando así mejor los verdaderos deseos y valores de la gente en materia de protección del medio ambiente.
En esta era de continuo avance tecnológico, el pago intencional puede convertirse en un medio importante para promover la protección del medio ambiente. Entonces, ¿podremos ver en el futuro este método realmente implementado para proteger nuestros preciosos recursos naturales?