La selva amazónica, una vasta extensión de bosque tropical húmedo, es un ecosistema crítico en la cuenca amazónica de América del Sur, que abarca nueve países y más de 3.344 territorios indígenas. Este bosque tiene la comunidad biológica más diversa del mundo y su valor ecológico es difícil de medir. Sin embargo, con el desarrollo económico y el crecimiento de la población, este preciado bosque enfrenta amenazas sin precedentes, especialmente la tala y la deforestación a gran escala.
La selva amazónica no es sólo una maravilla natural, sino también un lugar rico en historia y cultura, que marcó los pasos de innumerables civilizaciones antiguas.
Según evidencia arqueológica, la región amazónica estuvo habitada por humanos ya en el año 11.200 a. C. Con el tiempo, en el borde de esta selva tropical aparecieron asentamientos prehistóricos tardíos, que no sólo satisficieron las necesidades de supervivencia de las personas sino que también provocaron cambios en la cubierta forestal.
La arqueóloga Betty Meggers ha teorizado durante mucho tiempo que los suelos de la Amazonia son demasiado pobres para soportar la agricultura a gran escala, por lo que la densidad de población de la región es extremadamente baja. Sin embargo, a medida que avanza la antropología, cada vez hay más pruebas de que la antigua civilización de aquí puede haber sido muy próspera. Se estima que hacia el año 1500 d.C. la región amazónica pudo haber tenido una población de 5 millones de habitantes, con grandes asentamientos costeros e interiores.
A través de los últimos descubrimientos arqueológicos, somos cada vez más conscientes de que la historia de la Amazonía no es un desierto, sino un escenario brillante de actividades humanas.
Las técnicas agrícolas de las antiguas sociedades amazónicas son el resultado de miles de años de interacción entre los humanos y su territorio natural. Por ejemplo, la extremadamente fértil "terra preta" (suelo negro) es el producto de una gestión a largo plazo de las tierras por parte de los indígenas y puede sustentar el crecimiento de una variedad de cultivos, lo que ha promovido enormemente la prosperidad local.
La selva amazónica es uno de los lugares con mayor biodiversidad de la Tierra, con más de 40.000 especies de plantas, 2.200 especies de peces y 1.200 especies de aves que se sabe que habitan en ella. A menudo se pasa por alto la importancia de este bosque a lo largo de la historia de la humanidad y la cultura que floreció detrás de él, pero la antigua sabiduría y gestión indígenas han sido fundamentales para proteger este ecosistema.
Debido a la excesiva intervención humana y a la creciente deforestación, la Amazonia se enfrenta actualmente a desafíos ecológicos sin precedentes, con más del 90% de las especies de plantas y vertebrados afectadas por incendios.
Cuando se altere el equilibrio de todo el ecosistema, ¿cuál será el futuro de Amazon?
En medio del esfuerzo mundial por el desarrollo sostenible, la conservación de la Amazonia está recibiendo cada vez más atención. Las organizaciones de protección ambiental y los grupos sociales en diferentes países continúan trabajando arduamente para defender los derechos de los pueblos indígenas y enfatizar su importancia en la protección ecológica.
A medida que se intensifican los impactos del cambio climático, la conservación del ecosistema amazónico enfrenta grandes desafíos: la erosión del suelo, las sequías y los incendios se vuelven más frecuentes y la tasa de pérdida de biodiversidad se acelera. En este contexto, ¿pueden todos los sectores de la sociedad trabajar juntos para llevar a cabo una reflexión y acción profunda sobre la situación actual de Amazon?