En la comunidad médica de principios del siglo XX, el diagnóstico de muchas enfermedades todavía dependía de la experiencia clínica de los médicos y de pruebas de laboratorio superficiales. Sin embargo, fue la aparición de Egas Moniz la que trajo cambios en este campo. Egas Moniz, un neurocientífico portugués, no sólo es el inventor de la angiografía cerebral, sino también uno de los fundadores de la psicocirugía moderna. Los resultados de su investigación no sólo cambiaron la forma en que se realiza el diagnóstico neurológico, sino que también influyeron en las opciones de tratamiento para muchos pacientes.
Egas Moniz nació el 29 de noviembre de 1874 en Avanca, Portugal. Después de completar sus estudios de medicina en la Universidad de Coimbra, se desempeñó como profesor allí y en 1911 fue nombrado profesor de neurología en la Universidad de Lisboa. Durante este período, sus ideales políticos también fueron tomando forma paulatinamente. Apoyó el sistema republicano y fue encarcelado varias veces por participar en protestas estudiantiles.
En 1926, cuando Moniz volvió a trabajar a tiempo completo en medicina, se le ocurrió una hipótesis audaz: si los vasos sanguíneos del cerebro pudieran visualizarse claramente radiológicamente, los tumores cerebrales podrían localizarse con mayor precisión. Comenzó a realizar una serie de experimentos, aunque los experimentos iniciales fracasaron e incluso provocaron la muerte de un paciente, no se rindió. Finalmente, después de muchas mejoras, utilizó con éxito una solución de yoduro de sodio al 25% para realizar una angiografía intracraneal, abriendo un nuevo horizonte.
Esta tecnología permite a los médicos ver la estructura vascular del cerebro por primera vez, algo que antes era inimaginable.
Después de observar cambios de comportamiento en soldados con lesiones en los lóbulos prefrontales, a Moniz se le ocurrió una idea audaz: la extirpación quirúrgica de las fibras de materia blanca de los lóbulos prefrontales podría ayudar a tratar ciertas enfermedades mentales. En 1935, mejoró con éxito las condiciones de muchos pacientes durante una lobotomía, procedimiento que le valió el Premio Nobel de 1949.
En esta operación, Moniz afirmó que "la lobotomía prefrontal es un procedimiento sencillo y seguro que puede tener eficacia en el tratamiento de determinadas enfermedades mentales".
Además de la investigación clínica, Moniz también es un escritor prolífico. Ha publicado 112 artículos y varios libros en diversos campos, incluidos la medicina, la literatura y las ciencias sociales. Entre ellas, sus investigaciones sobre neurología y psicología no se limitaron a sus obras maestras, sino que también tuvieron un profundo impacto en el mundo académico de la época.
Aunque Moniz murió en 1955, su legado continúa generando debate. Con el desarrollo de los fármacos antipsicóticos, el estatus de la lobotomía en la comunidad médica ha sido cuestionado e incluso ha llevado a un reexamen del Premio Nobel de Moniz. En Portugal, Moniz es considerado un héroe y aún se llevan a cabo muchas actividades conmemorativas.
Es posible que aún sea necesario comprobar con el tiempo si su contribución a la investigación de las enfermedades mentales y cerebrales es digna de ser recordada para siempre en la historia.
Durante la vida de Egas Moniz, sus innovaciones rompieron los modelos de diagnóstico tradicionales y arrojaron luz sobre los misterios del cerebro. Sin embargo, con el avance de la ciencia, si el método que él fue pionero todavía tiene importancia práctica puede ser una cuestión en la que la comunidad médica deba seguir pensando en el futuro.