En la acelerada sociedad actual, muchas personas buscan formas de mejorar su aprendizaje y su trabajo. A medida que la investigación se profundiza, los científicos han descubierto que el sueño no es sólo un momento para que el cerebro descanse, sino que también tiene un impacto importante en la solidificación de nuestro aprendizaje y memoria. En particular, las diferencias entre el sueño REM (movimiento ocular rápido) y el sueño de ondas lentas revelan los diferentes papeles que desempeñan en la consolidación de la memoria.
El sueño REM a menudo se asocia con la consolidación de recuerdos que no se pueden expresar (recuerdos implícitos), mientras que el sueño de ondas lentas promueve la consolidación de recuerdos que se pueden expresar (recuerdos explícitos).
Las investigaciones muestran que un sueño saludable puede mejorar significativamente el rendimiento del aprendizaje. El sueño ayuda al cerebro a editar recuerdos, encontrar patrones importantes, extraer reglas generales e integrar recuerdos existentes. Este proceso se denomina hipótesis del "escalamiento sináptico", que enfatiza el importante papel que desempeña el sueño en la regulación de nuestro aprendizaje de vigilia, haciendo que el almacenamiento del cerebro sea más eficiente.
Un ciclo de sueño completo dura aproximadamente 90 minutos, incluidos entre 20 y 30 minutos de sueño REM. En general, el sueño consta de múltiples etapas de NREM, cuando el cuerpo aún es capaz de realizar algunos movimientos, mientras que el sueño REM es un estado de falta casi total de actividad muscular. Sin embargo, esta distinción es crucial para diferentes tipos de solidificación de la memoria.
La memoria procedimental es memoria implícita y el sueño es particularmente crítico cuando se aprenden habilidades motoras.
Las investigaciones han demostrado mejoras en la memoria procedimental en tareas de hacer clic con la punta del dedo. En este experimento, los participantes se dividieron en dos grupos, un grupo se volvió a probar mientras estaban despiertos y el otro grupo se volvió a probar mientras dormían. Los resultados finales mostraron que aquellos participantes que durmieron entre sesiones mostraron mejoras significativas en el rendimiento, lo que confirma la importancia del sueño REM en la consolidación de las habilidades motoras.
No sólo eso, la memoria explícita también se beneficia del sueño, pero éste depende principalmente del sueño NREM. Un experimento en el que los participantes aprendieron pares de palabras demostró que dormir no sólo prevenía el deterioro de la memoria sino que también consolidaba eficazmente estos recuerdos explícitos. Cuando se aprenden nuevos pares de interferencia, dormir después ayuda a retener mejor el contenido aprendido previamente.
La función del sueño no es sólo solidificar los recuerdos, sino también reorganizarlos y analizarlos de forma subconsciente.
El proceso de repetición de patrones durante el sueño es como revisar la actividad cerebral durante el aprendizaje. Este reanálisis ayuda a fortalecer las conexiones entre las neuronas y eliminar conexiones sin importancia, mejorando así la eficiencia operativa del cerebro. Muchos experimentos han descubierto que tomar una siesta por la tarde también es una forma eficaz de mejorar la capacidad de aprendizaje.
En 2020, una investigación sobre el aprendizaje y el sueño de los estudiantes señaló que la falta de sueño afecta directamente el rendimiento académico. Dado que la mayoría de las escuelas secundarias estadounidenses comienzan temprano en la mañana, muchos estudiantes optan por quedarse despiertos hasta tarde o no pueden conciliar el sueño a tiempo, lo que hace que su rendimiento académico disminuya.
Los diferentes modelos de aprendizaje también afectarán la calidad del sueño de los estudiantes, lo que está estrechamente relacionado con el aumento del aprendizaje a distancia.
Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19, los estudiantes en algunos formatos de aprendizaje remoto informaron una mayor calidad del sueño. Esto ha llevado a algunas escuelas a repensar los horarios de clases para brindar a los estudiantes más oportunidades de dormir lo suficiente. Por ejemplo, una escuela de Nueva Zelanda cambió el horario de clase a las 10:30 para permitir que los estudiantes tuvieran más tiempo para dormir, mejorando así los resultados del aprendizaje.
Después de darse cuenta del enorme impacto del sueño en el aprendizaje, las instituciones educativas comenzaron a prestar atención a la calidad del sueño de los estudiantes. En los Estados Unidos, alrededor del 73% de los estudiantes universitarios enfrentan problemas de sueño, lo que no solo afecta su capacidad para estudiar, sino que también afecta su calidad de vida en general. Cuando no se duerme lo suficiente, el cerebro no puede organizar la información de forma eficaz.
En este momento, no podemos evitar pensar: en una era que valora la eficiencia, ¿realmente le hemos dado a nuestro cuerpo y a nuestra mente suficiente tiempo de descanso?