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¿Por qué el sueño tiene un efecto tan sorprendente en la memoria?
"Un sueño saludable puede mejorar significativamente el rendimiento relacionado con el aprendizaje".
Esta distinción nos ayuda a entender que el sueño REM nos ayuda a aprender inconscientemente habilidades, como andar en bicicleta, mientras que el sueño de ondas lentas apoya nuestra memorización consciente de hechos que requieren un recuerdo activo, como las fechas históricas.
A medida que pasa el tiempo, surgen cada vez más pruebas de que una buena noche de sueño no sólo mejora la memoria, sino que puede cambiar fundamentalmente la forma en que aprendemos. Desde simples habilidades cotidianas hasta tareas cognitivas complejas, el sueño proporciona un apoyo fundamental. Algunos estudios recientes han demostrado que un sueño de buena calidad puede ayudar al cerebro a filtrar información sin importancia y extraer patrones importantes, un proceso descrito como "extracción de la esencia".
La hipótesis de la "modulación sináptica" propone que el sueño también juega un papel importante en la regulación del aprendizaje que ocurre durante la vigilia, al aumentar la eficiencia y eficacia de cómo el cerebro almacena información, optimizando así el uso del espacio y la energía. Un sueño saludable debe incluir una proporción adecuada de fases NREM y REM, cada una de las cuales tiene su propio papel en el proceso de consolidación y optimización de la memoria. Durante un ciclo de sueño normal, las personas alternan entre el sueño NREM y el sueño REM, y cada ciclo dura aproximadamente 90 minutos, incluidos entre 20 y 30 minutos de sueño REM.
“El sueño permite que el cerebro esté inactivo, pero puede revisar los patrones de actividad cerebral durante el aprendizaje a una velocidad más rápida”.
Además, muchos estudios han demostrado que un período de sueño puede mejorar significativamente el rendimiento de las habilidades motoras. En un experimento particular, se evaluó el sueño de los sujetos después de aprender una tarea de pulsación de teclas. Los resultados mostraron que el rendimiento de los sujetos mejoró significativamente durante el intervalo de sueño, mientras que la mejora del rendimiento fue muy limitada después de sólo 12 horas de descanso en el estado de vigilia.
No sólo eso, los recuerdos explícitos también se benefician del sueño, aunque los beneficios no son tan obvios como los de los recuerdos implícitos. Un estudio que observó a participantes que aprendían pares de palabras mostró que dormir en pares no solo prevenía el deterioro de la memoria, sino que también ayudaba a solidificar esos recuerdos. La importancia del sueño se destacó aún más por el desempeño de los participantes en las pruebas de distracción.
"Durante el sueño, las conexiones neuronales fallidas se debilitan, fortaleciendo así otras conexiones más importantes."
Esto también explica por qué los estudios muestran que la siesta puede mejorar la capacidad de aprendizaje. Los resultados experimentales mostraron que los sujetos que experimentaron sueño REM tuvieron un desempeño significativamente mejor en la tarea que aquellos que sólo experimentaron sueño NREM. Un estudio más reciente también destacó que las tareas procedimentales se retienen mejor cuando se aprenden antes de dormir, mientras que el aprendizaje declarativo es más efectivo cuando se realiza por la tarde.
Además de la memoria, el rendimiento académico de los estudiantes también se ha relacionado directamente con la calidad del sueño. Una cuarta parte de los estudiantes de secundaria en Estados Unidos admiten haberse quedado dormidos en clase al menos una vez, y los estudiantes que no duermen lo suficiente generalmente tienen un bajo rendimiento. En los últimos años, con el auge del aprendizaje a distancia, las encuestas sobre la calidad del sueño han recibido cada vez más atención, especialmente durante la pandemia de COVID-19, cuando las condiciones de sueño de los estudiantes han sido objeto de más pruebas y análisis.
“El sistema de inicio temprano obliga a los estudiantes a dormir menos, lo que a su vez afecta su capacidad de aprendizaje”.
Muchas escuelas también han comenzado a repensar los horarios de inicio de las clases, como una escuela en Nueva Zelanda que ajustó la hora de inicio a las 10:30 en 2006 para que los estudiantes pudieran dormir más. Este cambio resultó en una caída significativa del ausentismo estudiantil. En un instituto de Dinamarca, para que los alumnos puedan dormir bien, se organiza al menos una clase al año que empieza a las 10 de la mañana o más tarde.
En general, el sueño no es sólo un descanso para el cuerpo, sino también un impulso al aprendizaje. Con estos últimos estudios, las instituciones educativas deberían prestar más atención a las necesidades de sueño de los estudiantes para mejorar los resultados de aprendizaje y el rendimiento académico. ¿Deberíamos entonces repensar y optimizar nuestra rutina diaria para que el aprendizaje sea más efectivo?