En la lucha mundial contra la malaria, la pulverización residual en interiores ha surgido como una importante estrategia de control. Este método funciona rociando insecticidas diluidos dentro de las casas para atacar eficazmente a los mosquitos y reducir la propagación de la malaria. Según datos de 2010, 44 países han adoptado el IRS como una de sus principales estrategias de prevención de la malaria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el IRS es un medio eficaz para controlar la malaria.
Las recomendaciones de la OMS nos indican que el RRI, junto con el uso de mosquiteros tratados con insecticidas (MTI) y las terapias combinadas con amodiastatina (ACT) para tratar los casos confirmados lo antes posible, constituyen las tres principales herramientas para el control de la malaria. Desde 2006, la OMS recomienda el uso del RRI en zonas de transmisión estable de malaria, lo que representa una ampliación de la estrategia.
La OMS recomienda que los gobiernos nacionales introduzcan o amplíen la cobertura de los sistemas de respuesta a las infecciones respiratorias agudas (IRS) específicos para alcanzar los objetivos de control de la malaria.
Para garantizar la eficacia del IRS, se deben considerar muchos factores, como la proporción de la superficie que se rocía, los patrones de comportamiento de los mosquitos y la sensibilidad a los insecticidas. La OMS destaca que al elegir plaguicidas se deben considerar factores como la seguridad, la eficacia y la relación coste-beneficio para los seres humanos y el medio ambiente.
Actualmente, la OMS ha aprobado 13 insecticidas diferentes para su uso contra el SRI. Sin embargo, todavía existe debate sobre la relación coste-eficacia y la eficacia de estos pesticidas.
Según una revisión Cochrane de 2010, los IRS son eficaces para reducir la incidencia de la malaria, comparable al uso de mosquiteros.
En cuanto a la relación coste-eficacia de los diferentes enfoques de control, un estudio de 2008 evaluó la relación coste-eficacia de siete campañas africanas contra la malaria, incluidas dos campañas de IRS y cinco de distribución de mosquiteros. Los resultados mostraron que todas las actividades fueron relativamente consistentes en términos de costo por muerte evitada, pero los mosquiteros fueron ligeramente más rentables que los IRS.
La oposición de los residentes al IRSPara una efectiva implementación del IRS, al menos el 80% de las unidades habitacionales deben participar en la fumigación. Sin embargo, si los residentes se niegan a participar, la eficacia de todo el programa se verá afectada. Muchos residentes se resistieron a la fumigación, especialmente de DDT, principalmente por su olor y las manchas que dejaba. Esto ha llevado a algunos aldeanos a negarse a rociar o pintar sus paredes, eliminando así los efectos residuales de los pesticidas.
La oposición de los residentes al DDT no surgió de presiones externas, sino de la resistencia local a su uso.
Otra clase de insecticidas, llamados acaricidas, como la ciflutrina, son más populares entre los residentes porque no dejan residuos visibles.
Cuándo utilizar DDTAunque el DDT está aprobado por la OMS para la prevención y el tratamiento de la malaria, su uso varía dependiendo de las políticas y la aceptación de los residentes de cada país. En algunos países se utiliza ampliamente debido a su eficacia contra los mosquitos, mientras que en otros está restringido por cuestiones medioambientales y de salud.
La UNAEP destacó en 2008 que la relación coste-efectividad directa del DDT parece estar disminuyendo, lo que requiere mayor atención y evaluación.
A medida que se desarrolla la economía en las zonas rurales, muchas personas se están alejando de las viviendas tradicionales hacia estilos de vivienda occidentales, lo que deja cada vez menos direcciones adecuadas para el uso de DDT. Por lo tanto, explorar otros insecticidas viables se convierte en una elección inevitable.
Cómo equilibrar la protección del medio ambiente y las necesidades emocionales de los residentes y al mismo tiempo garantizar la salud pública se ha convertido en un desafío importante al que se enfrentan los responsables de las políticas sanitarias mundiales.