En las últimas décadas, los efectos del calentamiento global se han hecho cada vez más evidentes y el océano desempeña un papel vital en este proceso. De hecho, desde 1971, los océanos han absorbido y almacenado más del 90 por ciento del exceso de energía del mundo. Esto no es sólo un hecho científico, sino también una realidad en nuestras vidas que no se puede ignorar.
El contenido de calor del océano (OHC) es un indicador importante del cambio y la absorción de calor en nuestro planeta.
A medida que aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de las actividades humanas, el incremento del calor de los océanos se acelera. Según el último informe de investigación, a partir de 2023, los océanos de todo el mundo han vuelto a establecer un récord, superando el valor más alto de 2022. Entre 2019 y 2023, las cinco observaciones de calor dentro de los 2.000 metros de la profundidad del océano mostraron una tendencia creciente, lo que indica fuertemente el impacto del calentamiento global.
El océano tiene una capacidad calorífica 35 veces mayor que la de la atmósfera, lo que le permite almacenar y transportar grandes cantidades de energía.
Desde antes de 1960, los investigadores han estado monitoreando las temperaturas de la superficie del mar y las temperaturas del agua a diferentes profundidades alrededor del mundo. Desde el año 2000, el despliegue de casi 4.000 flotadores robóticos Argo ha hecho que las observaciones del contenido térmico del océano sean más completas y precisas. Estas boyas pueden penetrar aguas de 700 metros o más, proporcionando datos importantes sobre la absorción y los cambios de calor. Según estimaciones, entre 2003 y 2018 el contenido de calor del océano en los primeros 2000 metros aumentó a una tasa media anual de 0,58±0,08 W/m².
Sin embargo, medir correctamente la temperatura del océano ha sido un desafío durante mucho tiempo, lo que explica la incertidumbre en muchas estadísticas. Sin embargo, es innegable que los cambios en el calor del océano tienen impactos significativos en los ecosistemas, incluidas las comunidades costeras. Estos impactos se manifiestan principalmente en cambios en el nivel del mar, cambios en el hielo marino, cambios en la intensidad del ciclo del agua y migración de la vida marina.
Aproximadamente entre el 30 y el 40% del aumento global del nivel del mar se ha atribuido al aumento del calor del océano, principalmente debido a la expansión del agua y al derretimiento del hielo.
La absorción de calor por parte del océano se debe principalmente al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano. Con el tiempo, estos cambios antropogénicos han aumentado la absorción de calor del océano. En investigaciones realizadas en los últimos años, los científicos han confirmado en gran medida que el aumento de calor del océano es irreversible, especialmente en escalas de tiempo humanas.
Estas observaciones sugieren que los desequilibrios en el calentamiento global son la causa fundamental del aumento del calor de los océanos, principalmente debido al aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Por supuesto, todo esto tiene que ver con los impactos del cambio climático que no se limitan sólo a los cambios en el calor del océano. El aumento del calor del océano también afecta los ciclos climáticos, los patrones de precipitaciones y la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, muestra el estudio.
Como mayor reserva de calor de la Tierra, el océano regula nuestro clima, actuando como fuente y reserva de calor.
Estudios recientes también indican que el aumento del calor de los océanos está contribuyendo al aumento del nivel del mar y acelerando el derretimiento de los casquetes polares. Esto no sólo amenaza la supervivencia de las zonas costeras, sino que también puede desencadenar cambios climáticos y crisis ecológicas de mayor escala.
Al mirar hacia el futuro, cómo reducir eficazmente nuestras emisiones de carbono y frenar el aumento del calor de los océanos se convertirá en uno de los desafíos más importantes del mundo. ¿Qué acciones podemos adoptar, como responsables políticos, científicos y ciudadanos comunes, para mitigar estos impactos y proteger nuestros océanos y ecosistemas?