Con el desarrollo de las ciencias sociales, los psicólogos han estado explorando los factores que influyen en las intenciones del comportamiento humano. Entre ellos, la Teoría del Comportamiento Planificado (TPB) proporciona un marco poderoso para comprender el comportamiento humano. La TPB se compone principalmente de tres componentes centrales: actitud, norma subjetiva y control conductual percibido, que juntos dan forma a la intención conductual de un individuo.
Antecedentes históricosEl concepto básico del TPB es que la intención conductual es el determinante más directo del comportamiento social humano.
La teoría del comportamiento planificado se deriva de la Teoría de la Acción Razonada (TRA), propuesta por Martin Fishbein e Icek Ajzen en 1980. El punto clave de TRA es que si un individuo tiene una evaluación positiva de un comportamiento (actitud) y cree que otros también quieren que realice el comportamiento (norma subjetiva), entonces su intención conductual se fortalecerá, aumentando así la posibilidad de su comportamiento real.
Sin embargo, las investigaciones muestran que las intenciones de comportamiento no siempre se traducen directamente en comportamiento. Para explicar este fenómeno, Ajan introdujo el concepto de control conductual percibido basado en TRA, fortaleciendo aún más la capacidad de predecir el comportamiento real. El control conductual percibido se refiere al grado en el que un individuo cree que puede realizar con éxito una conducta. Esta percepción varía según el entorno y el comportamiento mismo, lo que da lugar a una gama más amplia de aplicaciones para la teoría del comportamiento planificado.
La teoría del comportamiento planificado también está influenciada por la teoría de la autoeficacia. La autoeficacia fue propuesta por Albert Bandura en 1977, enfatizando la confianza de un individuo en lograr un determinado comportamiento o meta. El impacto de la autoeficacia en el comportamiento ha sido verificado en numerosos estudios. Por ejemplo, la confianza en sí mismo de un individuo a menudo determina su voluntad de participar en ejercicio o cambiar sus hábitos alimentarios.
Bandura cree que la autoeficacia es el antecedente más importante para el cambio de comportamiento porque es la clave para iniciar el comportamiento de afrontamiento.
En la teoría del comportamiento planificado, hay varios conceptos importantes que comprender:
El TPB se ha utilizado ampliamente en muchos campos de investigación, como el comportamiento de la salud, la psicología ambiental y el comportamiento electoral. En términos de comportamiento de salud, varios estudios han demostrado que la TPB es más eficaz que la TRA para predecir las intenciones de comportamiento relacionadas con la salud. Por ejemplo, en la promoción de la actividad física y la alimentación saludable entre los adolescentes, TPB ha apoyado el desarrollo de múltiples estrategias de intervención con su marco teórico.
La aplicación de TPB ayuda a los investigadores a diseñar intervenciones de salud efectivas, como alentar a los padres a preparar más frutas y cereales integrales para los almuerzos de sus hijos.
En psicología ambiental, la TPB se utiliza para explicar la ambivalencia de las personas a la hora de apoyar un comportamiento ambientalmente sostenible. Aunque muchas personas mantienen actitudes positivas, la falta de confianza en el impacto de su comportamiento y el apoyo externo (como la ausencia de instalaciones de reciclaje) pueden llevar a una percepción de bajo control del comportamiento, lo que dificulta lograr el comportamiento incluso si la intención existe. Este marco teórico no sólo ayuda a las personas a comprender el impacto de la autopercepción en la toma de decisiones ambientales, sino que también proporciona una base para la formulación de políticas.
ConclusiónEn resumen, la teoría del comportamiento planificado proporciona una herramienta poderosa para decodificar las intenciones conductuales. A través del análisis de las actitudes, las normas subjetivas y el control conductual percibido, podemos comprender y predecir mejor el comportamiento individual. A través de este modelo, no sólo podemos mejorar los comportamientos de salud individuales, sino también promover el desarrollo saludable de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, frente al cambiante entorno social actual, ¿cómo podemos aplicar esta teoría de forma más efectiva para resolver problemas prácticos?