La enfermedad de Johne, formalmente conocida como tuberculosis intestinal, es una infección contagiosa, crónica y a veces mortal causada por la bacteria Mycobacterium avium subespecie paratuberculosis que afecta principalmente el intestino delgado de los rumiantes. La enfermedad es difícil de diagnosticar y en casos graves puede incluso provocar la muerte de los animales, pero a menudo se pasa por alto durante los exámenes veterinarios, lo que plantea dudas sobre si es un factor importante que afecta a la salud del ganado.
La tuberculosis enteroscópica suele comenzar a manifestarse en el ganado entre los cuatro y siete años de edad y a menudo se diagnostica en un solo animal.
El agente causal de la enfermedad de Johne es Mycobacterium leprae, un bacilo ácido-reactivo, abreviado como MAP. La bacteria está relacionada con Mycobacterium tuberculosis, la bacteria que causa la tuberculosis humana, pero tiene diferencias significativas en la tasa de crecimiento y la distribución ecológica. El MAP crece más lentamente, requiere compuestos de transporte de hierro adicionales para facilitar su crecimiento en el laboratorio y generalmente se reproduce de manera eficiente cuando infecta a los rumiantes.
Cuando el ganado se infecta con la enfermedad de Johne, los principales síntomas observados incluyen diarrea y pérdida de peso. Los síntomas iniciales suelen ser sutiles y pueden limitarse a pérdida de peso, disminución del suministro de leche y pelaje áspero. A medida que la enfermedad empeora, los animales desarrollan lo que se conoce como “edema de cuello de botella en la mandíbula”, una manifestación clínica causada por la pérdida de proteínas.
La diarrea generalmente está libre de sangre, moco o residuos epiteliales y puede ser intermitente.
El diagnóstico de la enfermedad de Johne es un desafío porque la infección inicial es asintomática y la mayoría de los signos de advertencia pueden no aparecer hasta años después de la infección. Incluso cuando se observan estos cambios, los retrasos en el diagnóstico pueden provocar pérdidas significativas en la productividad de las granjas.
Debido a la naturaleza insidiosa de la enfermedad de Johne, es esencial realizar pruebas regulares para detectar la enfermedad de forma temprana. Muchos agricultores deberían realizar pruebas una o dos veces al año para mantener su rebaño sano. Si se encuentran individuos infectados, según las regulaciones federales de Estados Unidos, estos no pueden ser trasladados a voluntad después del diagnóstico, a menos que sean utilizados para el matadero.
El diagnóstico de este patógeno es un desafío porque la infección inicial no causa síntomas evidentes.