En la antigua civilización egipcia, el útero femenino se consideraba el núcleo de la salud humana, y muchas teorías médicas antiguas atribuían diversas enfermedades de la mujer al estado del útero. Esta visión de la fisiología femenina, ya sea en la religión, la cultura o la medicina, afecta el estilo de vida de las personas a lo largo de generaciones.
Los trabajos médicos del antiguo Egipto, como el Papiro Kahun, describen la conexión entre el sistema reproductivo de la mujer y la salud, enfatizando que el movimiento del útero afecta varias partes del cuerpo.
En 1900 a.C., los médicos del antiguo Egipto comenzaron a registrar la influencia del útero en el papiro Kahun. Estos documentos antiguos analizan en detalle cómo el útero afectaba la salud física de las mujeres. Durante este período, la gente creía que la salud del útero estaba estrechamente relacionada con la salud general, e incluso las enfermedades se atribuían a las molestias uterinas.
Las teorías médicas de la antigua Grecia continuaron con este punto de vista. El libro de Hipócrates "Enfermedades de la mujer" describe el concepto de útero errante, que cree que el movimiento del útero en el cuerpo ejerce presión sobre otros órganos y conduce a la aparición de enfermedades. Por ejemplo, Platón en su diálogo Temas compara el útero con un ser vivo y cree que su soledad provoca enfermedades.
“El útero femenino es como una criatura errante, que bloquea los conductos, dificulta la respiración y causa enfermedades”.
Durante este período histórico, varios síntomas causados por el "movimiento uterino", incluyendo ansiedad, opresión en el pecho, insomnio, etc., se consideraban "enfermedades uterinas". El tratamiento estándar para la enfermedad era la aromaterapia, en la que los médicos del antiguo Egipto utilizaban esencias aromáticas para guiar el útero a su posición adecuada. Creen que los olores deben colocarse cerca de los genitales de la mujer para atraer el útero, mientras que los malos olores deben colocarse cerca de la nariz para empujar el útero hacia abajo.
A medida que avanzaba la historia, durante la Edad Media, la gente asociaba estos síntomas con posesión demoníaca, especialmente entre mujeres jóvenes y solteras, creando prejuicios y discriminación relacionados con la salud mental de las mujeres. Los médicos todavía aprendieron a utilizar el matrimonio y el sexo para tratar los síntomas de lo que se consideraba "melancolía femenina", una visión que continuó durante todo el Renacimiento y hasta el siglo XVIII.
Sin embargo, a partir del siglo XVIII, la visión de la comunidad médica sobre la enfermedad comenzó a cambiar. El médico francés Philippe Pinel cree que los síntomas depresivos deben considerarse problemas psicológicos y no puramente físicos, y subraya que la amabilidad y la paciencia de los trabajadores médicos son la clave para la recuperación. A medida que la teoría médica evolucionó, el movimiento feminista fue cambiando lenta pero constantemente ideas erróneas sobre la biología femenina.
En el siglo XIX, Jean-Martin Charcot defendió ver la histeria como un problema del sistema nervioso, una teoría que llevó a que la gente gradualmente la viera como un problema de salud mental en lugar de solo un trastorno del sistema reproductivo.
Tras entrar en el siglo XX, con el auge del psicoanálisis, muchos médicos comenzaron a reexaminar la definición de "epilepsia en la mujer". Durante este período, el psiquiatra Sigmund Freud lo veía más como una manifestación externa de problemas emocionales internos. Este cambio no sólo afecta a las etiquetas diagnósticas del sistema médico, sino que muchos casos se redefinen como neurosis de ansiedad, en lugar de "epilepsia femenina" en el sentido tradicional.
Aun así, las antiguas observaciones fisiológicas y los prejuicios contra las mujeres todavía tienen un impacto en todos los ámbitos de la vida. La salud de las mujeres a menudo fue ignorada o simplificada excesivamente hasta que el movimiento feminista moderno descubrió y cuestionó varios conceptos erróneos sobre la salud de las mujeres en el pasado.
Hoy en día, con el progreso de la sociedad y el despertar de la conciencia feminista, todavía necesitamos examinar nuestra comprensión de la salud física y mental de las mujeres. Este cambio hace que uno se pregunte: ¿existen otros prejuicios y malentendidos relacionados con la salud de las mujeres en la sociedad contemporánea que aún deben abordarse?