Con el avance de la medicina moderna, muchos problemas de salud relacionados con la tiroides han ido surgiendo gradualmente ante la opinión pública. Entre ellos, el quiste del conducto tirogloso es una de las masas más comunes del cuello en la línea media. Este quiste se forma durante el desarrollo embrionario cuando la glándula tiroides desciende desde la base de la lengua y el tejido restante evoluciona gradualmente hacia un quiste. Esforzarse por lograr una identificación temprana y un juicio correcto de estos pequeños quistes misteriosos es crucial para una intervención médica inmediata.
El quiste infundibular tiroideo generalmente se presenta como una masa palpable, generalmente asintomática, en la línea media del cuello, ubicada debajo del hueso hioides. Al tragar o extender la lengua, la posición de la masa se moverá hacia arriba y hacia abajo porque está conectada al canal de desarrollo de la glándula tiroides. Aunque la mayoría de los quistes no causan problemas, alrededor del 50% de los casos no se diagnostican hasta la edad adulta, lo que demuestra la importancia del examen clínico.
"Los quistes infundibulares de la tiroides se caracterizan más comúnmente por ser una masa indolora; sin embargo, si se infectan, pueden asociarse con dolor y dificultad para tragar."
Si no se tratan adecuadamente, los quistes tiroideos infundibulares pueden causar una variedad de complicaciones. La complicación más común es la infección y, cuando un quiste se infecta, los pacientes pueden experimentar síntomas como hinchazón del cuello y dificultad para tragar. Además, un quiste que se rompe puede formar una fístula que drena líquido, llamada fístula tiroidea infundibular. Aunque es extremadamente raro, se puede desarrollar malignidad en los quistes tiroideos infundibulares en menos del 1% de los casos.
El diagnóstico del quiste infundibular tiroideo se basa principalmente en el examen físico realizado por un profesional médico. A diferencia de otras masas, los médicos prestan especial atención a si el quiste contiene tejido tiroideo, lo que afecta la forma en que se trata. Además de un examen físico, se pueden utilizar pruebas de imágenes como ecografía y tomografía computarizada para evaluar el tamaño, la ubicación y el estado del quiste.
“Los quistes del infundíbulo tiroideo generalmente se encuentran debajo del hueso hioides y son lisos y móviles, pero si se infectan, pueden producir dolor e hinchazón”.
Aunque la mayoría de los quistes tiroideos infundibulares son benignos, cuando la respiración y la deglución se ven afectadas, o incluso se produce una infección, se hace necesaria una intervención quirúrgica. Incluso si no hay síntomas obvios, la extirpación del quiste puede prevenir el riesgo de infección futura o progresión a cáncer. El método quirúrgico más común es la operación de Sistrunk, que no sólo elimina el quiste, sino que también elimina el canal embrionario y parte del hueso hioides conectado a él.
Según las estadísticas, el 90% de los casos ocurren en niños menores de 10 años, y el 70% de las anomalías del cuello son causadas por quistes tiroideos infundibulares. Esto sugiere que, aunque la mayoría de estos quistes son inofensivos, deberían ser motivo de preocupación para los padres, especialmente durante los exámenes físicos.
Al enfrentarse a un quiste del infundíbulo tiroideo oculto en el cuello, ¿la comprensión de los conocimientos y síntomas relevantes le permitirá identificarlo más rápido y buscar ayuda médica a tiempo?