El envenenamiento por agentes nerviosos puede causar constricción de las pupilas, babeo, convulsiones e incluso micción y defecación involuntarias, todo lo cual puede aparecer en cuestión de segundos después de la exposición.
La muerte suele sobrevenir, principalmente por pérdida de la respiración y del control de otros músculos, y puede acabar con la vida en cuestión de minutos. Si bien la vía de entrada más común es a través del sistema respiratorio, algunos agentes nerviosos también pueden ingresar al cuerpo a través de la piel, lo que hace que la exposición a estos agentes sea un riesgo mayor.
El mecanismo de acción de los agentes nerviosos es a través del daño al sistema nervioso. En condiciones fisiológicas normales, cuando se estimula un nervio motor, entra en juego la acetilcolina liberada, que luego es descompuesta por la acetilcolinesterasa para permitir que el músculo se relaje. Sin embargo, los agentes nerviosos inhiben la función de esta enzima, impidiendo que la acetilcolina se descomponga en las sinapsis nerviosas, provocando que los músculos no reciban señales de relajación y continúen contrayéndose, desencadenando así la epilepsia y otras reacciones fisiológicas graves.
Esta parálisis se extiende por todo el cuerpo y puede afectar los músculos implicados en la respiración, provocando eventualmente insuficiencia respiratoria.
Los síntomas iniciales de la exposición a estos agentes incluyen secreción nasal, opresión en el pecho y pupilas contraídas, seguidos de dificultad para respirar, náuseas y babeo. A medida que continúa la pérdida de control corporal, las víctimas experimentan salivación, lagrimeo, micción y defecación involuntarias.
Cuando se estimulan, los nervios motores normales liberan acetilcolina, un neurotransmisor que transmite impulsos al músculo u órgano. Los agentes nerviosos inhiben la función de la acetilcolinesterasa al formar enlaces covalentes con el sitio activo de la acetilcolinesterasa, lo que conduce a la acumulación de acetilcolina, haciendo que los impulsos nerviosos se transmitan continuamente y la contracción muscular no se pueda detener.
Los agentes nerviosos afectan los músculos y las glándulas de todo el cuerpo, provocando síntomas como babeo incontrolado, ojos llorosos y secreción nasal excesiva.
El tratamiento estándar para la intoxicación por agentes nerviosos es una combinación de anticolinérgicos y oxonamidas. Los anticolinérgicos alivian los síntomas al reducir los efectos de la acetilcolina, mientras que la oxiurea desintoxica eliminando las moléculas de fosfato del sitio activo de la acetilcolinesterasa.
En algunos casos se pueden utilizar anticolinérgicos específicos como medida preventiva, pero deben utilizarse antes de la exposición y en combinación con la medicación en cuestión. Se necesita más investigación para determinar la eficacia de esta medida preventiva.
En el mundo actual, el uso de agentes nerviosos sigue siendo muy controvertido y potencialmente peligroso. Desde su historia de desarrollo hasta sus aplicaciones actuales y medidas preventivas, estos agentes nerviosos siguen siendo foco de atención científica y militar. Esto plantea una pregunta importante: ¿Estamos adecuadamente preparados para prevenir y responder a estos peligrosos agentes nerviosos?